lunes, 8 de noviembre de 2010

Contrición



Su paso cansino por la vereda de la montaña tibetana oculta su ancestral arrojo y un denso abrigo, propicio a esas alturas; un magnífico toro.
La testa inclinada como muda protesta. No es coincidental su retiro a tierras de meditación.
Naturales de Tierra-Fértil y tránsfugas de sus fiestas de sangre, las hembras yak amamantan a sus críos con una leche rosada para que nunca lo olviden.

1 comentario:

Médicos mexicanos por la cultura y el arte dijo...

Interesante contrición, doctor Pedraza. Pero no siempre es posible olvidar, y eso sí que es terrible.