sábado, 6 de noviembre de 2010

Interrogante



Partiendo del supuesto de que las sirenas no existen, ¿cómo explicar el olor marino en mis manos, las escamas azul-rojizas en mi cama…? Y de lo sucedido ―como caballero que soy― ya no me acuerdo.

Imagen tomada de la red: Sombra de sirena.

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