lunes, 15 de noviembre de 2010

Luz



Para ti, Luz Elena.


Hoy, como en otros momentos de tu ausencia, visité el lugar de los sueños. Apenas podía escuchar a quienes permanecían en esta realidad mientras mi cuerpo se desprendía. Todo era perfecto, ni siquiera un rayo de luz advertía defecto alguno. Él, con tal majestuosidad, me entregó la llave principal, ligera para su tamaño. En dos ocasiones intenté entrar pero la cerradura estaba atascada. Él tomó la llave con indiferencia, dio media vuelta y emprendió la retirada.
No tuve miedo. A lo lejos distinguí la voz imperativa de una mujer diminuta; imágenes difusas en los escasos recuerdos. Un par de placas heladas en mi pecho y mi propio alarido la apaciguaron.
No puedo determinar cuánto tiempo pasó. Mis manos se aferraban a cada instante. Todavía siento dolor en el pecho, no consigo abrir los ojos pero puedo escucharlos. Algunos se preguntan que falló y otros, simplemente, se retiran del lugar, indiferentes.
De los últimos instantes perdura en mí la imagen de aquella mujer desconocida y un tanto inquietante.
Ésta vez temo que la llave es la correcta.


Imagen de Roberto Rodríguez: Túnel de luz.

1 comentario:

Médicos mexicanos por la cultura y el arte dijo...

LaLa,representación poética del tránsito entre la vida y la muerte. ¿Cuántas veces nos encontramos ahí? ¿Una, dos...? ¿Será un ir y venir constante?
Como médicos somos los eternos expectadores de esta lucha en la que a veces no reparamos.