I
El día 10 de marzo del 2000, mientras Laura daba vueltas a la llave para
entrar a casa, el french, temeroso y tímido y a escasos suspiros del pánico, se
repegaba aún más contra la pared. Tenía apenas dos días de haber sido llevado a
casa y la incertidumbre era sin duda el sentimiento más presente en su espíritu
perruno. Después de haber permanecido toda la mañana en aquel silencioso
espacio, el sonido del metal de la llave entrando en la cerradura, los dos o
tres giros, el clic preciso al abrirse el cerrojo. La plenitud en aquella maravilla
de olfato entrenado a lo largo de siglos y siglos de adaptación y
entrenamiento. Habían sido suficientes las cuarenta y ocho horas de contacto,
para saber que aquellos olores eran los del cuerpo y los cabellos de Laura,
estos los de Dany, estos otros los de Oscarín, y finalmente estos últimos,
perfectamente identificados, los del viejo narigón y gruñón, empeñado en que,
aquella minúscula presencia de apenas tres kilos y medio, no era bienvenida en
casa.
-Cualquier casa que se respete, deberá estar ausente de mascotas,
cualesquiera que sean estas sus géneros, razas, u orígenes. Y delante de la
taza de café expresso, con el ceño fruncido eternamente, y el hosco silencio en
los labios, parecía que aquel veredicto sería inalterable. Los niños suplicaban
apenas, con la mirada. Laura de vez en cuando intentaba un argumento, el perro
se arrinconaba más y más contra la pared.
El empeño de Laura y los niños, dos años le calculan, y fue víctima del
maltrato. Golpeado, vejado, fractura de la mandíbula. ¡Chueco!, lo sacrificaran
si no lo acomodan. Y aquella mirada triste, y aquel cuerpo raquítico, y el
pelambre raído por la desnutrición. La mordedura ajena, la mandíbula superior
al frente, y la inferior a occidente, o al poniente.
¡Atravesada!
-Nadie lo quiere
-Seguro lo sacrificaran
Y jamás supe si la mirada del french, o la de Dany, o la de Oscarín, o
la de Laura, o la de todos, fue la más triste, y tres segundos después de la
frase: está bien, que se quede. Fue a la vez la más brillante y
alegre.
Complicado compartir un espacio con un enemigo que te encara paso a
paso. Que se te cierra en una carrera juguetona, que distrae tu lectura con un
ladrido innecesario, que mancha tus zapatos con un charco de orina, o con
muchos charcos.
¡Entrenamiento! Y aquella parecía ser la palabra y la acción que lo
resolvería todo.
El french, ahora ya conocido abiertamente como Tito, fue poco a poco
integrándose a un modo y aun espacio reconocido como suyo, sin embargo, el
dolor y el sufrimiento vividos, los seguiría persiguiendo en el tiempo. Tosidos
y ahogamientos producidos por la mala alineación de su mandíbula harían correr
más de una vez a Laura y a los niños. Para el hosco hombre, lo más cercano al
socorro, era levantar la mirada del libro, o dejar por escasas milésimas de
segundo el oloroso aroma del café, y seguir ausente la tarea de resucitamiento.
II
¡French!
¡Poodle!
¡Caniche!
¡Grande, mediano, enano, toy!
La historia, incierta como la propia historia de Tito. Siglo XV y su
redención entre aristócratas y nobles. Francia y el reclamo por Alemania, y
Rusia. La precisión de la etimología: poodle, de Pfudel (charco)
uno que juega con el agua, instituido en Inglaterra en 1643 y caniche, de canard (pato)
en relación con la caza de estas aves, en Francia. Antes de esta época, algunos
escritos hacen mención de esta raza en el mundo árabe, alrededor del siglo VII
d.C.
Aristócratas y recuperadores de caza, particularmente dentro del agua,
chapoteadores, buenos nadadores. Bueno, en este sentido Tito ni nadador, ni
cazador de patos. Aristócrata sí, si consideramos su gusto refinado por la
música clásica.
III
La vida la comenzamos a vivir a la par, Tito juntó sus pasos a los
nuestros y por dieciocho navidades, nuestros pasos han andado de uno a otro
lado. Entre Chiapas y Tamaulipas. Sorteando caminos de neblina y lluvia.
Soleados y calurosos. ¿De que estarán hechas las almas de los perros? Pequeñas
sanguijuelas capaces de arrancarle a uno las sonrisas. Mis hijos lo apapachan y
lo abrazan como al mejor de los amigos. Él, simple y llanamente se deja hacer,
se acurruca junto a ellos, gentil también los acaricia, con las manos tersas o
con la húmeda lengua. Laura se enternece cuando lo ve enfermo o cabizbajo con
la columna curvada por los años. Tito además es parte del edificio, tiene que
ver con los vecinos de uno y otro condominio. Sus diarios paseos son acompañados
con saludos. Va y viene de uno a otro lado de los jardines que lo han cobijado.
Es también motivo de charlas en familia, de uno a otro lado preguntan por su
estado.
En estas andanzas, ahora han quedado atrás las escapadas y las perdidas
horas de agonía. Atrás quedaron también los intentos de escaparse a una
libertad añorada que, alguna vez, nos hizo recorrer nuestra colonia en su
búsqueda, al haberse extraviado por breves parpadeos de vigilia.
¡Viejito!
Aún lejano, con muy poco contacto entre ambos lo miro ir de uno a otro
lado de la casa. ¡Literal! Como Pedro por su casa. Husmeando y olfateando
alacenas, escudriñando entre mis zapatos, asomándose discreto por el baño
mientras rasuro mis canosas barbas. Confiado a veces se acurruca y se acerca a
mi costado. Bromeo con mis hijos. Tito será el encargado de cruzarme de lado a
lado el río Estigia del Hades, peleará cual guerrero valeroso contra el temido
guardián de los infiernos, el can cerbero, mítica bestia de tres cabezas.
Bueno, eso es lo que nosotros pensamos y platicamos. Viéndolo tan aguerrido,
seguramente el can cerbero, meterá la cola entre las patas y dará vuelta,
huyendo temeroso, agachando los tres pares de orejas, uno por cada cabeza.
IV
El ocaso está cada día más y más cerca, su andar es lento y cansado, el
lomo arqueado y la cabeza agachada. El apagado ladrido que solamente se asoma
de vez en cuando. Largas horas de sueño apacible. Sin duda, en breve nos
aprestaremos a cruzarlo a la otra orilla de su lago, a la otra orilla de su
propio río. todos nosotros velamos ya nuestras armas, para que nadie pueda
evitar que Tito, llegué a las praderas celestiales.
-¿De que estarán hechas las almas de los perros?
Y buscando respuestas me sumo en el más profundo de los sueños.
©2018 By Oscar Mtz. Molina