domingo, 24 de noviembre de 2019

La frontera sur

Parque central Tapachula Chis. imagen tomada de Internet



I
El último tramo lo habían hecho en una destartalada camioneta nissan, por una carretera llena de hoyancos brincoteando a uno y otro lado; se habían apretujado doce en la caja, entre maletas y mercancías varias desde Mazatenango en Guatemala con la promesa de llegar a Tapachula, la perla del sur o el infierno, con aquellos cuarenta grados de temperatura. La nostalgia de haber dejado Honduras cuatro días atrás. Por un lado su hijo de quince años, por el otro su hermano de veinte. La hija que decidió quedarse en Tegucigalpa. 
-Ma, había dicho, malo por conocido, allá en México pasan cosas muy feas, mejor quedarse acá. Y se quedó sola peregrinando.
Alicia miró a su hijo, -ya casi llegamos, le dijo. 
Una nube de polvo de la carretera los cubrió empanizando sus sudorosos rostros. Alicia de treinta y cinco años, morena, alta, de un metro y sesenta y ocho de estatura, ojos negros, vivaces. Guapa.
Revivió el ingreso a México, aquel calvario de nueve o diez horas esperando turno, la angustia ante los rumores corriendo de uno a otro lado. Ya no van a poder pasar, el gobierno de México está rechazando a todos, parece que van a echar la guardia Nacional, etcétera.
Finalmente pasaron Alicia y su hijo y su hermano. La apartaron a ella y la llevaron a un pequeño salón, el jefe de la garita y dos o tres agentes policíacos. Una propuesta, hecha así sin rodeos fue que se acostara con ellos, el jefe primero y así después de acuerdo a jerarquías. No fueron tan sutiles con que se acostara, directamente le dijeron que tenía que coger con ellos. 
Terminó aceptando la segunda propuesta, allí despachó quinientos dólares por cada uno para poder entrar al país. Mil quinientos dólares que bien hubieran servido para tantas otras cosas. Entre tales pensamientos siguieron su camino y dos o tres horas después fueron detenidos por un retén de la guardia Nacional. 
-A Tapachula, escuchó que respondía el chófer de la camioneta. Todos venían o del Salvador o de Honduras. 
- Al centro de refugiados, escuchó esta vez. Se esfumaba la promesa de llegar al centro de la ciudad. Los bajaron a todos. Por allí cada uno deslizó algunos billetes para evitarse todo aquello de las revisiones y las interrogantes. Allí fue cuando Alicia, se dio cuenta de que en la garita, el agente fronterizo le había entregado documentos falsos, copias inservibles. Llorando explicó una y otra vez lo de las propuestas de los oficiales y el pago de mil quinientos dólares, el robo de sus papeles, allí también la invitación formal de las autoridades, a retractarse de sus dichos. Renovación moral y el término de la corrupción por decreto.
Pudo ser la oportuna presencia de medios de comunicación, o de miembros de alguna asociación civil, o el alborotado grupo de hondureños que reclamaba airado, el caso es que bajo el cielo azul de Tapachula, a cuarenta grados y alrededor de las cuatro de la tarde ingresaron al centro de refugiados.


II
Algo de fruta, mitades de naranja, mango. Agua de limón. Arroz con puchero. El baño en regaderas múltiples. Hombres y mujeres. Aquel griterío. Al fondo, los negros de distintas partes de África, algunos sentados en las banquetas otros en cuclillas, los ojos desorbitados. Alicia y su hijo y su hermano recién agrupados, reconociéndose entre otros paisanos. 
-Maestra de educación primaria, respondió ella, cuando se le preguntó a qué se dedicaba en Honduras. El calor en ascenso en aquella galera de techo de lámina. Los administradores del galpón aquel y el infame discurso de bienvenida. México y su larga historia de refugio y asilo, nuestros hermanos y hermanas de Centroamérica, abrigo y comida, asistencia médica, desistir de seguir hacia el vecino país del norte, etcétera. Alicia y de nuevo la angustia al pensar en sus papeles extraviados, no robados según las recomendaciones recibidas en el retén. El hijo durmiendo de cansancio, el hermano con la mirada perdida al horizonte.
-¿Qué no traen sus documentos? Eso sí que se trata de un problema grave, un delito mayor aquí en México, expulsión inmediata o cárcel, le dijo la mujer aquella, licenciada Amanda quién sabe qué, asignada al centro de refugiados. 
-Seguro los confinaran por separado. Dios quiera que aparezcan sus papeles. Caer en manos de delincuentes y así, la licenciada dejando caer cada frase ante la mirada de asombro y miedo de la maestra Alicia. 
-Ni se le ocurra ofrecer dinero, sería además de asuntos migratorios graves un problema de soborno, de corrupción y eso ya no existe, agregó.
Y hasta ellas el murmullo en ascenso, los gritos y los acalorados exabruptos, el corrillo de jóvenes hondureños sin camisas, salvadoreños tatuados, otra vez los pinches negros y sus exigencias ¡Hijos de su puta madre! Si no estuviéramos tan observados, pensó la licenciada Amanda.
-Bueno Alicia, veremos qué se puede hacer, dijo la licenciada, dices que fue en la garita de entrada donde se extraviaron sus papeles agregó. Ya no se puede Alicia, ya tenemos una política moral, pero con mil dólares lo podemos ir considerando. Alicia con los ojos anegados en lágrimas. Mil por cada uno y con la mayor discreción. Son otros tiempos maestra, son otros.

III
-¿Mil por cada uno? Dijo su hermano y comenzó a llorar. Alicia lo justificó diciendo que de ese modo se mantendrían juntos y que, seguro, los documentos estarían allí al día siguiente. Los documentos de vuelta y con ellos, los sueños de trabajo en México, así era la promesa del gobierno. Esa también había sido la palabra dada por la licenciada. Durmieron llevados por el cansancio después de haber tomado cualquier cosa en la cena, un poco de avena con leche y un poco de fruta. Alicia tomó un poco de café. La madrugada le llegó entre los gritos de sus paisanos y la algarabía de los negros. 
-Aprovecha la madrugada para hacer tus necesidades en el baño, a esa hora ni quien te moleste, le había recomendado una paisana y así lo hizo.

El desayuno llegó puntual a las ocho y media, la promesa de la licenciada, -una vez se guardó los tres mil dólares-, de verla a las nueve y asegurándole llevar los papeles. Dos horas después y la licenciada sin dar rastro. Aquellas miradas entre Alicia y su hijo y su hermano. Casi al mediodía y con la ciudad de Tapachula rozando los cuarenta y dos grados se asomó la licenciada, la sonrisa y los ademanes cariñosos. 
-Se están poniendo rejegos, viera usted maestra que quieren una untada más de las manos, unos setecientos más para que busquen bien sus papeles y que por la tarde. Alicia y de nuevo la angustia y la intención de rogarle a la licenciada. Sacó los setecientos dólares y los entregó a la mujer aquella, la licenciada se quedó con la mano estirada, setecientos por cada uno mamita, dijo.
De nuevo la eternidad en la espera, la licenciada salió a su hora de comer, a veces ya no regresa hasta la mañana siguiente, anda como loquita la pobre entre tantos asuntos que lleva y entre tantas personas por las que se desvive ayudándolas.
Alicia medio comió, nuevamente mango y mitades de naranja, y puchero con arroz, y agua de limón. Iba y venía de uno a otro lado. En su cabeza vueltas y vueltas la visión de la manita alargada de la licenciada. Como a las ocho de la noche el fresco airecito de la ciudad, tal vez treinta y cinco grados. 
-Que dice la licenciada que no se preocupe, surgió un asunto con lo de sus papeles pero ya lo está viendo ella, dijo el hombre mientras le ofrecía a la maestra un vaso con agua. Duerma usted tranquila, agregó y se dio la vuelta.
No pegó pestañas en toda la noche. De nuevo el wc al alborada.

A las once menos diez la licenciada y su sonrisa, y sus gestos de mamá bondadosa. 
-Que no los encuentran mamita tus papeles, dijo, y Alicia sintió cómo le movían el piso. 
-Ellos me los robaron, respondió Alicia, y la mirada de enojo de la licenciada. 
-Maestra, le dijo, esta vez en tono de enojo, habíamos quedado en que se le habían extraviado, ahora que si usted dice que se los robaron la cosa es diferente, habrá que integrar una denuncia y usted deberá sostener que, los agentes de la garita, son los culpables, agregó. Cómo usted me diga, pero para qué meterse en esas honduras. Quizás sólo sea de quinientos dólares más para que se pongan las pilas, si usted los perdió allí seguro los encuentran y de nuevo estiró la manita. Por cada uno, dijo, por si Alicia tenía dudas.

IV
-Cómo que se acabó el dinero, preguntó su hermano, ella le hizo señas para que no se enterara su hijo. 
-Ya queda muy poco, respondió Alicia. Dios quiera que mañana lleguen los papeles, dijo, con estos hijos de puta no se sabe, agregó. 
El jueves y el viernes se fueron en una larga desesperación, la licenciada no se apareció, la habían citado en gobernación, un ascenso por su desempeño, hay que decir que algunos administrativos se sentían realmente felices por aquel rumor muy bien merecido, apuntaban.
A las diez y media de la noche del domingo, totalmente a deshoras la licenciada y su presencia en aquel centro desde el que despuntara hacia las grandes ligas de la política contra los migrantes, el mero mero del país del norte había pedido que nadie más intentara pasar. 
-Alicia, dijo, ya casi lo tengo arreglado, bueno hasta ya me permití ver sus papeles, la sonrisa en el rostro de la maestra. 
-Hablé personalmente con el agente fronterizo, es mi amigo y me dijo que afortunadamente ya recuperó todo. Aquella mirada de la licenciada y de nuevo sus gestos de madre buena, además, dijo la licenciada, a como están las cosas con los gringos, agregó. Pero así sin papeles ni para atrás ni para adelante, y luego su hermano y su hijo de por medio. El agente me dijo que se acuerda muy bien de usted porque fue muy educada y muy amable y sobre todo porque es muy hermosa, si hasta sus ojitos brillaban cuando le hablé de usted, agregó.

En silencio, Alicia acompañada de la licenciada abandonando el centro de refugiados, noche fresca en Tapachula, la recomendación al hermano, mientras voy por los papeles, dijo.
Del centro para refugiados no más de trescientos metros, un caserío dispuesto entre árboles de mango ataulfo. Al fondo tres o cuatro casas y a esas horas algunas mujeres entrando y saliendo, reconoció a más de una por haberse visto en el desayuno o la comida. La licenciada y aquella parsimonia al encuentro con su amigo el agente fronterizo, la bienvenida, la presentación formal. 
-La maestra Alicia, dijo la licenciada, al fondo los dos o tres asistentes del agente, los mismos del primer encuentro en el puesto fronterizo.
-Alicia, dijo la licenciada, a partir del lunes asumo el nuevo nombramiento y no quisiera dejar pendiente su asunto. Aquí mi amigo y sus ayudantes quisieran pedirle algo por haberse esforzado en la búsqueda de sus papeles, agregó. Enseguida, la licenciada recibió el folder con los documentos. 
-La espero afuera maestra, dijo, mientras se daba la vuelta; al salir de la habitación hizo un guiño a uno de los ayudantes y enseguida la siguió.
Con los nuevos lineamientos..., empezó diciendo la licenciada mientras devolvía la carpeta al ayudante.
-Hay que acompañarlos ahora mismo hasta Guatemala, pasen por su hermano y su hijo, y le explican todo lo de la deportación y un poco también lo de que aquel país ya firmó con los gringos lo del asunto de país seguro, concluyó. 
Dentro de aquel cuarto Alicia cerró los ojos y pensó en que al día siguiente y Dios mediante, conocería por fin el centro de Tapachula, después, ante la mirada del agente en jefe, el primero en turno, comenzó a desnudarse.

©2019 by Oscar Mtz. Molina

martes, 30 de julio de 2019

¡Que no quiero ver la sangre!

Estampa taurina




Un pasodoble previo a la salida de los tercios, las trompetas y particularmente el golpeteo sobre los cueros de la tarola.

Cómo me acuerdo ahora de tu rostro, la sonrisa pero sobre todo la expectativa en tu mirada.

Era la primera vez que asistíamos a una corrida de toros.

Para no desentonar dispusiste para mí de una boina a cuadros, y mi regalo mayor, la bota para el vino, y el vino, claro.

También tú te apañaste con una linda pañoleta de encajes y un sombrero tipo sevillano.
Aquel ambiente tan peculiar, entre mexicano y español.

No pudiste soportar el humo de los puros, tampoco era para tanto, pero bueno.

¿Te acuerdas? habíamos convenido corear los oles, solamente cuando el distinguido lo hiciera, para no parecer villamelones.

Reíste un poco por los trajes de luces, mallones dijiste, ternos repliqué, trajes de luces apretados y abultando la entrepierna.

Y de repente el matador a la espera del bravo, de rodillas.

El primer astado, un toro ensabanado, había dicho el anunciador de la plaza.
Enorme y de pelaje blanco, de allí que sea ensabanado.

Los pitones enganchando la chaquetilla tabaco y oro, penetrando chaleco, camisa y corbatín.

Deslizándose después entre las costillas y las débiles carnes, pleura, pulmones, aorta y corazón.

¡Silencio! Mudo y sepulcral asombro.

De aquella mirada expectante, ahora lágrimas y espanto. Abrazada a mí, igual en un pasmo.

Calló la orquesta y el pasodoble, en la plaza, silencio y asombro.

Ni una sola gota del vino de la bota. Ni un sólo ole de nuestras gargantas.

Así fue lo de la plaza y lo de los toros, recuerdas.

Así también la tarde en casa, con el asombro, el temor, el llanto en tu mirada.

La bota de vino vaciada en un santiamén de boca a boca, la lectura de Federico García Lorca.


¡Que no quiero verla!
Dile a la luna que venga,
que no quiero ver la sangre
de Ignacio sobre la arena.

©2019 by Oscar Mtz. Molina

sábado, 16 de marzo de 2019

De somnolencias y desvelos (Historias de Cirujanos)





De somnolencias y desvelos (Historias de Cirujanos)

Para mi amigo el Dr. Rubén Meyer Gómez

De acuerdo con lo que me platican, el individuo aquel fue calmándose en la medida que el director de la clínica iba dando las explicaciones pertinentes. Todo había comenzado al solicitar aquella mañana, permiso para estar presente en el nacimiento de su primer hijo. La supervisora advirtió desde un principio que, aquella situación, no estaba permitida, después ante su asombro, el ginecólogo también le reafirmó que esa práctica, en ese nosocomio, estaba –absolutamente-, remarcó esta palabra, fuera de toda posibilidad. Pidió hablar con el director y finalmente las razones de este le fueron dando luz al caso. El padre con los desvelos fue lentamente tratando de asimilar cada palabra, mientras en su trasnochada y somnolienta cabeza recreaba algunos hechos con base a las palabras que iba escuchando del Director.
-¡Comprenderá que se han presentado incidentes! Empezó diciendo el director.
Partos o cesáreas difíciles, tiempos prolongados… los padres no saben moverse en un quirófano… en ocasiones contaminan… estorban el buen actuar… complicaciones de sangrado que luego los asusta…
Mientras el pestañeo extraño del padre solicitante. Leves cabeceos por el desvelo.
Recién nacidos que vienen con dificultades médicas… impacto emotivo para el padre… desmayos…
Y el somnoliento solicitante entreabría desmesuradamente los ojos
Es en serio, padres que se desmayan y entonces hay que socorrerlos… continuó diciendo el director.
Para entonces la obnubilada e insomne mente del padre, se enredaba y se desenredaba.     
El alumbramiento vía cesárea transcurría con la mayor normalidad del mundo. Una madre primeriza agitándose angustiosamente por el dolor, acostada bocarriba sobre una estrecha mesa de quirófanos. Gritos desgarradores que, una vez administrada la dosis de anestésico regional, se fueron mitigando. Un anestesiólogo paternalista tratando de aumentar el efecto de su bloqueo con palabras cariñosas. Un ginecólogo enguantado y sudoroso apuntando por allí el último chiste sobre parturientas. Un asustado y temeroso padre primerizo que, con cámara de video en mano, asistía acompañando a su mujer; -más instado por ésta, que por su propia voluntad-. Enfermeras activas y parlanchinas, y al fondo, reclinado en una silla, el pediatra ansioso por recibir a la criatura.
Nació el niño ¡algarabía! Todo mundo apostado en sus puestos. El ginecólogo sostiene por lo alto al niño y se lo muestra a la madre por encima de su abdomen, y después posando para el padre, permite que este tome algunos segundos de video. Hay fotos, hay exclamaciones de alegría explosiva. El RN no ha emitido lloriqueo alguno. El pediatra recibe al RN, la madre ajusta el objetivo de sus ojos y mira a su cachorro. El pediatra sostiene enérgico al RN por ambos pies y deja que, abdomen, tórax y cabeza cuelguen hacia abajo. Posa también para el video sonriendo. Con energía, asesta una sonora nalgada enrojeciendo el culito del RN y aquí, con esta acción se desencadena todo. El niño finalmente emite un espantoso berrido. El ginecólogo sonríe gratamente, pero no se da cuenta que la cámara no lo está enfocando. El padre continúa asustado y tenso. El pediatría se voltea para atender al RN junto con una enfermera y la madre grita muy encabronada: ¡porqué le pegas a mi niño! Pendejo.
El ginecólogo pierde la sonrisa y frunce el ceño. El pediatra se voltea y le reclama: -¿qué me dijo? Vieja estúpida-. El padre asustado y tenso suelta la cámara y empuja al pediatra, diciendo, -le dijo pendejo y lo sostengo. El pediatra al trastrabillar, suelta al niño y este cae estrepitosamente al suelo. Las enfermeras se apresuran, una a detener al pediatra que perdió el equilibrio y también cae, y la otra a recoger al niño. El anestesiólogo despierta de súbito e intenta detener al padre. El padre totalmente fuera de si se ha armado de un frasco de soluciones casi vacío y con este da tremendo golpe a la cara del anestesiólogo. El frasco se rompe. La sangre brota a raudales de las fosas nasales. La madre con todo y los efectos del bloqueo hace un esfuerzo extraordinario y logra girar el torso intentando rescatar a su cachorro. La estrechez de la mesa quirúrgica hace que se vaya al suelo y las vísceras y la matriz abierta se vacían en un santiamén. El ginecólogo al presenciar la agresión en contra de su anestesiólogo, blandiendo el bisturí y con una precisión asombrosa ejecuta el corte nítido a la yugular del padre. El pediatra ya mayorcito, recibe tremendo golpe en la cabeza perdiendo totalmente el conocimiento y por la tarde fallece por un hematoma subdural. El anestesiólogo sufrió fractura de los huesos nasales y al romperse el frasco en su cara, fragmentos de cristales se encajaron en ambos ojos perdiendo permanentemente la vista. La muerte del padre fue inmediata. -Qué precisión en el corte, exclamaban los investigadores-, con franca admiración. La madre falleció dos días después, jamás pudieron alcanzar la severa hemorragia. El ginecólogo purga su sentencia en la cárcel. Al RN no le paso absolutamente nada.
¿Se desmayan? Había repetido la pregunta al Director.
Después de la explicación del director al padre primerizo, este adormilado aun, volvió con su mujer.
-Qué te dijo mi vida, ¿autorizó el permiso? Dijo ella
-¡No! Amor. Me explicó el doctor algunas incidencias que pueden ocurrir en el quirófano y toda una monserga de las normas específicas de regulación y certificación de hospitales que, en conclusión, ya no permiten esa práctica. Respondió él.
¡Hay qué pena! Dijo ella. Ya vez, nos hubiéramos ido a otro. Agregó
De algún modo él tampoco quería estar presente.

Abreviaturas: RN (recién nacido)
Hematoma subdural: hemorragia intracraneal generalmente relacionada con un buen madrazo.

©2019 By Oscar Mtz. Molina

lunes, 11 de marzo de 2019

-El pueblo es pequeño, hijo-




Inesita me gustó desde que tuve conciencia de su existencia.
¡Hembra hecha y derecha! Redondito caí ante sus curvas y su menuda cintura, el rítmico vaivén de sus caderas. La propuse matrimonio y ella, sin chistar ni una jota, aceptó mi pedido.
Nos casamos y la noche de bodas me reveló su secreto, la aventura previa de varones.
Yo, sin haber consumado el acto la aparté de mi vida.
Llegué a la casa paterna aguantando el dolor y el llanto.
-Porfirito, hijo, sólo tú no lo sabías, dijo mi abuela. No te angusties criatura, amante ha sido de medio pueblo, pero ten en cuenta que nuestro pueblo es muy pequeño y por lo tanto, no habrá sido hembra de muchos, agregó, entor
nando la mirada.
Treinta años después volví al pueblo, muchos habían muerto, otros lo habían olvidado.
Inesita esperó paciente mi regreso, la soledad la había vuelto santa de nuevo.
En aquella habitación, marido y mujer acallamos hasta entonces los recuerdos.

© 2018 By Oscar Mtz. Molina

viernes, 25 de enero de 2019

Amantes


Fotografía Oscar Mtz. Molina. Cervecería Hércules, Querétaro 2018



Ha sido una tarde de perros con la lluvia cayendo a cantaros. Mi padre nos había ordenado mover el ganado.

-Los pastizales de bajuras, están inundados, había dicho.
-Qué chinga llevarlos al otro rancho, pensé para mis adentros

Cabalgamos por casi cinco horas. Primero fue la tarea de juntarlos. Contar y volver a contar. Después, ya todo el hato completo, la tarea de conducirlos. Una vaca y su becerro que se desperdigan, después una novillona rejega, un torete mañoso y así a cada tanto. La espera bajo la humedad y el calor. Retomar el camino una y otra vez ¡Gritos y sombrerazos! Azuzarlos con sogas y reatas. Los ladridos de nuestros perros, los mordiscos en las patas del ganado. Las coces y los amagues de embistes. Cabalgar con la cintura rotada o con media pierna en la montura y el otro pie enganchado en el estribo o con el culo de lado para no perder de vista la larga peregrinación. El calor y los bochornos. Las nubes de mosquitos, moscas, tábanos.

¡Sin duda llueve! Y llovió por supuesto.

Empapado de los pies a la cabeza. La bestia, la montura, las botas, el culo, el alma.
Volví solo. Mis ojos inundados en lágrimas.

-Ha sido una tarde de perros, fue lo primero que se me ocurrió decirle al volver a casa y verla.
No me esperaba por supuesto. Había sido una dura joda la faena. La vi a los ojos y sabía que la traición era cierta.

-Tu padre había dicho que pasarías allá la noche, dijo temerosa.

No contesté nada. Bajé del caballo. Escurríamos agua. La bestia se sacudió una vez librada de mi peso. Resoplo. Un temblor recorrió mi cuerpo.
Detrás de ella mi padre salió al encuentro. En la mano derecha el pote de peltre con café caliente, humeando en aquella noche húmeda. Envalentonado como pocas veces le había visto.
Vio mis ojos humedecidos, mi mirada fija.

No hagas pendejadas, dijo. -ésta no vale la pena, añadió señalando con un gesto a mi mujer y llevándose después el pote de café a la boca.

Saqué la Pistola. Soy bueno con ella. Muy bueno.

Entonces usted decida, le grité desesperado, pero a la vez seguro de lo que estaba pensando.
-¿Usted o ella? Dije.

Eran las once y media de aquella noche, cuando llegué a mi casa. Había sido una tarde de perros.

Los dos estaban solos. Ella muy asustada y el, muy echado para adelante.
-Usted decida. había yo dicho.

Hice un sólo disparo que pegó donde yo había apuntado.

Después me remonté de nuevo al rancho. Con la bestia agotada y ambos muy empapados por la lluvia que seguía y seguía. En mi mente, el tintineo del pote de peltre rebotando en el piso.


© 2014 By Oscar Mtz. Molina

lunes, 14 de enero de 2019

Ensayo sobre la moral


Autorretrato con cerveza. CdMx Enero 2019


En principio me referiré a una anécdota.

Hace algunos años y hallándome al frente de la jefatura de servicio, recibí una extraña llamada telefónica. Se trataba de un proveedor de instrumental quirúrgico especializado. La conversación transcurrió más o menos de la siguiente manera.

-Muy buen día doctor, me permito distraerlo de sus actividades para solicitar su ayuda. Yo, respondí el saludo y le pedí me hiciera saber de qué asunto se trataba.

“El fin de semana previó se había llevado a cabo el congreso de la sociedad, uno de los médicos adscritos a mi servicio había acudido y durante el evento, visitó el stand de la empresa, uno de los vendedores lo había abordado y en el afán de mostrar los avances tecnológicos ofreció unas sofisticadas pinzas quirúrgicas. El médico intrigado y por supuesto conocedor de la calidad y sobre todo de los altos costos que, las pinzas tenían en el mercado, preguntó por el precio. Doctor, me dijo en este momento el proveedor, mi vendedor erróneamente le dio un costo de mil quinientos pesos, cuando el costo real es de doce mil pesos, por cada pinza agregó. En fin, siguió diciendo, que el doctor regresó después con dinero en efectivo y se llevó tres pinzas por cuatro mil quinientos pesos. Algo así como al doce o catorce por ciento del costo de mercado. Mi petición concreta a usted doctor, es que le haga saber al doctor del error del vendedor, del embrollo en el que éste trabajador se encuentra en este momento ya que, tendrá que ser él, el que pague la diferencia. Hágale saber que, en el mejor afán de resolver este asunto, como representante de la empresa me comprometo a venderle las pinzas al doctor, totalmente al costo”
Nos despedimos y en seguida le pedí al médico que se presentara en mi oficina. Hice de su conocimiento los pormenores de la llamada por teléfono, apelé con total discreción a que él sabía el precio real de las pinzas, así como a la situación en la que se hallaba el vendedor, y por supuesto terminé haciéndole ver la oferta formal del representante de la empresa.
Silencio total y absoluto durante algunos segundos y después su respuesta que, resume magistralmente, toda la historia de la moral por la que ha ido evolucionando el hombre.

-¡Que se chinguen por pendejos! Exclamó y se dio media vuelta.

Y con esta respuesta doy por terminada la anécdota y doy el siguiente paso para poner a su consideración: Un ensayo sobre la moral, o lo que es lo mismo… ¡Que se chinguen por pendejos!

Algunas acotaciones necesarias

Por moral entendemos el conjunto de normas y reglas de acción destinadas a regular las relaciones de los individuos en una comunidad social dada, o, como disciplina que trata de la valoración de los actos humanos dentro de una sociedad. Partiendo de esa definición de moral, el significado, función y validez de esas relaciones, se ven obligadas a variar históricamente en las diferentes sociedades, del mismo modo que unas sociedades suceden a otras, dado el carácter cambiante de la misma vida del hombre. Con todo esto se puede decir que la moral cambia a través de los tiempos, o, dicho de otra manera, que tenemos diferentes tipos de moral según el momento histórico en que nos encontremos. En este punto tomo un extracto del monologo de Gila, comediante español.

“La guerra tiene sus cosas malas y sus cosas buenas, tiene un peligro pero tiene sus ventajas porque, te hinchas a matar y la policía no dice esta boca es mía…un día maté treinta y tantos y al pasar la policía dije. –He sido yo y qué. ¡No, nada!, respondió la policía, Usted perdone.”

Así pues, la moral es en definitiva un hecho histórico, y por tanto, la ética, como ciencia de la moral, no puede concebirla como algo dado de una vez y para siempre, sino que tiene que considerarla como un aspecto de la realidad humana que cambia con el tiempo; y como tal, la moral se caracteriza por estar haciéndose constantemente, produciéndose de una manera continua a través del tiempo.
Por otro lado, la moral surge cuando el hombre deja atrás su naturaleza puramente instintiva y forma parte de una colectividad, cuando deja su andar solitario y empieza a ser parte de una sociedad, cuando comienza a tener conciencia de relación con otros individuos y se crea la necesidad de ajustar comportamientos de tal manera que, se van determinando acciones beneficiosas o buenas para fortalecer al colectivo, y acciones malas o perniciosas que debilitan dicha unión. En este sentido en lugar de hablar de una moral del individuo hablamos de una moral de grupo, son tiempos en los que el sentido fundamental de la tribu es el de cuidado y sobrevivencia. (Tomado de Internet Solís Álvaro Lely CURSO: Ética Profesional)

Mis bases para este ensayo, considerando que mi pretensión es la de mostrar tan sólo, tres momentos históricos:
Moral a Nicómaco (Aristóteles) Biblioteca filosófica. Obras de Aristóteles, puestas en lengua castellana por d. Patricio de Azcárate. La Biblia. Traducción Española dirigida por el P. Félix Puzo, y La Genealogía de la moral. Friedrich Nietzsche. Alianza editorial, Madrid.

Moral a Nicómaco

Aristóteles nació el primer año de la Olimpiada XCIX (384 antes de J. C.) Nicómaco fue su padre, médico de aquella época y el tratado, Moral a Nicómaco, es una especie de dialogo con el que acostumbra abordar sus temas, método por cierto muy común entre los filósofos griegos, quienes armaban este tipo de diálogos, con interlocutores imaginarios. En este caso, Aristóteles y Nicómaco, su padre, quien en tiempos del tratado, estaba muerto. Para Aristóteles, la moral del hombre está totalmente enfocada al bien, 1) el bien es el fin de todas las acciones del hombre.  Todas las artes, todas las indagaciones metódicas del espíritu, lo mismo que todos nuestros actos y todas nuestras determinaciones morales, tienen al parecer siempre por mira algún bien que deseamos conseguir; y por esta razón ha sido exactamente definido el bien, cuando se ha dicho, que es el objeto de todas nuestras aspiraciones. 2) el fin supremo del hombre es la felicidad. Lo mismo el vulgo, como las personas ilustradas, llaman a este bien supremo, felicidad y, según esta opinión común, vivir bien, obrar bien es sinónimo de ser dichoso. Y en este punto el primer quiebre que nos viene desde aquellos tiempos, qué es ser dichoso o feliz para unos y otros, qué del actuar moral o ético del hombre puede ser considerado bueno o malo, si su objetivo de felicidad o dicha se cumple. En Moral a Nicómaco continua el filósofo: Pero en lo que se dividen las opiniones es sobre la naturaleza y la esencia de la felicidad, y en este punto el vulgo está muy lejos de estar de acuerdo con los sabios. Unos la colocan en las cosas visibles y que resaltan a los ojos, como el placer, la riqueza, los honores; mientras que otros la colocan en otra parte. Visto en este concepto filosófico, la moral se va relacionando con el bien y este bien, con la dicha. Así mismo adopta un aire intelectual al enmarcarse dentro de la felicidad del alma, y un carácter terrenal como la felicidad externa y la felicidad individual. En este momento un elemento más que se agrega en el tratado de Aristóteles, 3) Imperfección inevitable. Conforme a este razonamiento, es claro, que si quisiéramos seguir todas las mudanzas de la fortuna de un hombre, sucedería muchas veces que llamaríamos a un mismo individuo dichoso y desgraciado, haciendo del hombre dichoso una especie de camaleón y de una naturaleza medianamente mudable y pobre. ¡Pero qué!, ¿es prudente dar tanta importancia a los cambios de la fortuna de los hombres? No es en la fortuna donde se encuentran la felicidad o la desgracia, estando la vida humana expuesta a estas vicisitudes inevitables, como ya hemos dicho; sino que son los actos de virtud los únicos que deciden soberanamente de la felicidad, como son los actos contrarios los que deciden del estado contrario. ¿Por qué, pues, no hemos de declarar que el hombre dichoso es el que obra siempre según lo exige la virtud perfecta?  En cuanto a la virtud moral nace más particularmente del hábito y de las costumbres; y de la palabra misma hábito, mediante un ligero cambio, procede el nombre de moral que hoy tiene. Así, pues, las virtudes no existen en nosotros por la sola acción de la naturaleza, ni tampoco contra las leyes de la misma; sino que la naturaleza nos ha hecho susceptibles de ellas, y el hábito es el que las desenvuelve y las perfecciona en nosotros. He aquí cómo es preciso dedicarse escrupulosamente a practicar solamente actos de cierto género; porque las cualidades se forman según las diferencias mismas de estos actos y siguen su naturaleza. No es pues de poca importancia contraer desde la infancia y lo más pronto posible tales o cuales hábitos; por el contrario, es este un punto de muchísimo interés, o por mejor decir, es el todo. Para concluir, Moral de Nicómaco, de Aristóteles, apunta en el sentido de que, la enseñanza y el trabajo constante en el hábito y las costumbres del hombre, tendrán como efecto conseguir la virtud, o en sentido contrario el menoscabo de esta. Las virtudes sólo se conquistan mediante la constante repetición de actos de justicia, de templanza, Etc. Y yo agrego, particularmente, aquellas que uno va adquiriendo y haciendo suyas, desde la infancia.

La Biblia

Sin duda alguna la Biblia es el libro que mayor difusión ha tenido y desde luego el de mayor influencia en occidente, particularmente por la difusión universal de la religión Cristiana. En la Biblia me atrevo a reconocer, y siguiendo el concepto de la propia iglesia, tres momentos de inspiración divina para lograr la conjunción de muchos libros. El primer momento tiene que ver con la escritura de los Cuarenta y seis libros del viejo testamento y los veintisiete del Nuevo Testamento (Biblia Católica). Todos ellos escritos por el hombre, y en muy variadas épocas que, abarcan en general, 1600 años o dieciséis siglos. El segundo momento de inspiración se dio ya no entre quienes escribieron los textos, si no entre aquellos que se dieron a la tarea de reunirlos, traducirlos, estudiarlos y aceptarlos como de inspiración divina, en este sentido hago mención de que, El canon hebreo de 39 libros, en realidad fue establecido en el Consejo de Jamnia, posiblemente en el año 90 después de Cristo. Previo a este consejo, en el primer concilio de Jamnia en el 97 a.C. se establecieron las primeras bases del canon. Pese a este esfuerzo, algunos estudiosos consideran que en algunas comunidades Judías, este Canon no ha sido aceptado, aún en nuestros días. En el Concilio de Alejandría (siglo I a.C.) Los judíos que vivían en Alejandría enojados por la desacreditación de los escritos en griego, forma un segundo concilio que, añade a los 39 libros ya aprobados, los otros siete escritos que fueron excluidos por el primer concilio. Esta última revisión del concilio de Alejandría es oficializada más tarde por la iglesia Católica. En el Concilio de Cartago (año 397), San Jerónimo inició una traducción latina de la Biblia, completada en el año 405, llamada la Vulgata y considerada desde entonces la Biblia canónica u oficial de la Iglesia Católica. Esta edición tuvo los 73 libros que las Biblias cristianas tuvieron en los años siguientes hasta la actualidad, pero, alrededor del 1521, Martín Lutero decidió quitar los libros y los añadidos a los libros canónicos que se encuentran en la Septuaginta griega pero no en el texto hebreo, poniendo en un apéndice los 7 Deuterocanónicos del Antiguo Testamento, con el título de Apócrifos. 
El tercer momento de inspiración tiene que ver con la modernidad de nuestra época, La Biblia de Gutenberg, también conocida como la Biblia de 42 líneas o Biblia de Mazarino, es una edición de la Vulgata, impresa por Johannes Gutenberg en Maguncia, Alemania, en el siglo XV. La Biblia se considera el primer libro impreso a gran escala mediante el sistema de tipos móviles, fue su mayor trabajo y tiene el estatus de icono por simbolizar el comienzo de la «Edad de la Imprenta». A partir de este momento la divulgación de la Biblia se universaliza.
Una vez hechas las anotaciones anteriores, abordo el tema que nos ocupa en este ensayo sobre la moral.  Es en el Éxodo, el segundo libro del Viejo Testamento en el que, Dios, plasma en una alianza con Moisés, el decálogo de leyes por las que deberá regirse el pueblo de Israel, aunque finalmente será en el Deuteronomio cuando se formalice la promulgación. A continuación trascribo una sinapsis del decálogo.
Moisés convocó a todo Israel y les dijo: Escucha, Israel, los preceptos y las leyes que yo promulgo hoy en presencia de todos ustedes. Apréndanlos para ponerlos en práctica cuidadosamente.
1 No tendrás otros dioses delante de mí.
2 No te harás ninguna escultura y ninguna imagen de lo que hay arriba, en el cielo, o abajo, en la tierra, o debajo de la tierra, en las aguas. No te postrarás ante ellas ni les rendirás culto, porque yo soy el Señor, tu Dios, un Dios celoso, que castigo la maldad de los padres en los hijos, hasta la tercera y cuarta generación, si ellos me aborrecen; y tengo misericordia a lo largo de mil generaciones, si me aman y cumplen mis mandamientos.
3 No pronunciarás en vano el nombre del Señor, tu Dios, porque él no dejará sin castigo al que lo pronuncie en vano.
4 Observa el día sábado para santificarlo, como el Señor, tu Dios, te lo ha ordenado. Durante seis días trabajarás y realizarás todas tus tareas, pero el séptimo día es día de descanso en honor del Señor, tu Dios. En él no harán ningún trabajo ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu buey, ni tu asno, ni ningún otro de tus animales, ni tampoco el extranjero que reside en tus ciudades. Así podrán descansar tu esclavo y tu esclava, como lo haces tú. Recuerda que fuiste esclavo en Egipto, y que el Señor te hizo salir de allí con el poder de su mano y la fuerza de su brazo. Por eso el Señor, tu Dios, te manda celebrar el día sábado.
5 Honra a tu padre y a tu madre, como el Señor, tu Dios, te lo ha mandado, para que tengas una larga vida y seas feliz en la tierra que el Señor, tu Dios, te da.
6 No matarás.
7 No cometerás adulterio.
8 No robarás.
9 No darás falso testimonio contra tu prójimo.
10 No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni desearás su casa, su campo, su esclavo, su esclava, su buey, su asno, ni ninguna otra cosa que le pertenezca.
Mientras que los primero cuatro mandatos se refieren a la obediencia y a la adoración a Dios, los seis restantes tienen que ver total y absolutamente, con el comportamiento del hombre con el hombre, dentro de la sociedad. Dichas leyes o mandamientos, fueron abordados extensamente en el resto de los libros, en algunos casos, para ejemplificar las malas conductas. El robo, el asesinato, el incesto, las aberraciones sexuales, el martirio, la injusticia, a la par que las virtudes como el amor, la piedad, la caridad, la compasión, en una síntesis, el bien y el mal, y en un sentido amplio, toda la naturaleza humana buena o mala está volcada en la Biblia. En ella está plasmado el hombre y retomando un poco la moral Aristotélica, lo está en toda su Imperfección inevitable.     
Cerrar esta síntesis con el reconocimiento de que, la nación actual más beligerante, ha basado su doctrina justamente en la Biblia.

La genealogía de la moral

La idea fundamental de Nietzsche en su libro La genealogía de la moral, es la de polemizar en torno a los conceptos bueno y malo de la moral. En este sentido eleva a un terreno intelectual la razón fundamental del hombre visto desde un punto de vista moral o amoral, bueno y malo, y se pregunta ¿bueno o malo desde el punto de vista de quién? En los conceptos de Nietzsche, a diferencia de la moral filosófica de Aristóteles o de la moral Cristiana de la Biblia, en donde el hombre lleva a cabo actos buenos que lo llevan a la virtud, o actos malos que lo conducen a un castigo, lo que busca es analizar a quien o quienes tienen como fin, definir lo que es bueno y malo y no el acto en sí. Un poco complicado entender este análisis, pero incluso el autor, hace notar que su libro pudiera no ser entendido por la mayoría. El pathos originario. Frente al empirismo, Nietzsche considera que en el origen de los conceptos morales se encuentra el denominado pathos de la nobleza y de la distancia, la valoración que «los buenos» hacen de ellos mismos, a saber, como hombres superiores frente a todo lo bajo, lo abyecto, lo vulgar y plebeyo. Así, pues, el lenguaje, al distinguir entre «bueno» y «malo», habría sido el soporte de quienes detentan el poder —«una exteriorización del poder de los que dominan» esto nos lleva un poco a considerar que lo bueno o malo en el actuar del hombre, no depende de las consecuencias que puedan traer al propio hombre, si no a la valoración que de estos hagan los que detentan el poder.  Las palabras bueno y malo transparentan las razones por las que los nobles se sentían hombres de rango superior en virtud de los siguientes criterios de comparación: a) superioridad de poder; b) riqueza y propiedades o c) veracidad de su carácter. Lo bueno para la casta sacerdotal: la falta de salud de la distinción entre «puro» e «impuro». La metafísica corruptora, hostil a los sentidos, la auto-hipnosis del brahmán. La transvaloración de los valores aristocráticos. Los sacerdotes como «los enemigos más malvados» y «los máximos odiadores de la historia universal». La transvaloración de los valores nobles y la promesa de bienaventuranza para los miserables, pobres, impotentes y bajos.  Las operaciones que conducen a fabricar ideales. La transformación de la debilidad en mérito, de la bajeza en humildad, de la impotencia en bondad y de la sumisión en obediencia. Los débiles quieren llegar a ser también ellos fuertes, pero sin que medie esfuerzo y trabajo alguno por su parte, sino recurriendo a la suplantación del fuerte, a su des-valoración.
El filósofo confronta la filosofía Inglesa vigente en su época y la religión cristiana al considerar que, el futuro del hombre, en cuanto a los conceptos morales de bien y mal, deben situarse en un ámbito de percepción desde el punto de vista de la valoración que de su acto, haga. Sentido y valor del ideal ascético: el hombre del futuro debe aprender a sostenerse sobre un vacío de sentido, esto es, a reconocer la relatividad de toda interpretación, de toda máscara con la que nos enfrentamos a lo que nos ocurre. Y de nueva cuenta volviendo a los principios de Aristóteles, Nietzsche considera que, independientemente, de la naturaleza de los actos del hombre, bien y mal, siempre serán valorados e interpretados acordes a la voluntad de otros, considerados por sí mismos, como superiores.

Conclusiones en el México actual:

El ensayo comenzó con una anécdota y la concluiré con algunas ideas sobre la actualidad del México de estos días. La corrupción como el conjunto de acciones inmorales o amorales del hombre, como ente individual y de la sociedad como ente colectivo. En el análisis que me permití hacer de estas tres fuentes, Moral a Nicómaco de Aristóteles, la Biblia de inspiración divina y La Genealogía de la moral de Friedrich Nietzsche, abordé a la vez, tres momentos históricos de la moral, en el devenir de la humanidad, muchos siglos por cierto. La percepción final es que, desde que el hombre decidió, por sobrevivencia, formar colectivos, la moral no ha cambiado un ápice en relación a sus actos buenos y malos. Las leyes, propuestas por el hombre y avaladas por Dios, han tratado de acotar los malos actos, y enaltecer los buenos, sin embargo en esta larga historia de encuentros y desencuentros al día de hoy las cosas, en cuanto a moral se refieren, siguen exactamente iguales. ¿Qué hace que un hombre aparentemente de bien, se sume a la rapiña como la que vimos ayer con el tráiler que transportaba ganado? ¿Por qué participa toda una familia y más aún, toda una comunidad entera, en actos deliberadamente ilegales como el huachicol? ¿Qué mueve a un profesionista preparado a cometer actos de corrupción? El sinsentido de los actos inmersos en la moral pertenecen al hombre, y no habrá decreto que pueda revertir esta condición. El hombre bueno no existe, el hombre irá cambiando de acuerdo a los tiempos y a las circunstancias. Las acciones buenas y malas seguirán manifestándose en la humanidad, por los siglos de los siglos.


Ciudad de México.
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