De somnolencias y desvelos (Historias de Cirujanos)
Para mi amigo el Dr. Rubén Meyer Gómez
De acuerdo con lo que me platican, el
individuo aquel fue calmándose en la medida que el director de la clínica iba
dando las explicaciones pertinentes. Todo había comenzado al solicitar aquella
mañana, permiso para estar presente en el nacimiento de su primer hijo. La
supervisora advirtió desde un principio que, aquella situación, no estaba
permitida, después ante su asombro, el ginecólogo también le reafirmó que esa
práctica, en ese nosocomio, estaba –absolutamente-,
remarcó esta palabra, fuera de toda posibilidad. Pidió hablar con el director y
finalmente las razones de este le fueron dando luz al caso. El padre con los
desvelos fue lentamente tratando de asimilar cada palabra, mientras en su
trasnochada y somnolienta cabeza recreaba algunos hechos con base a las
palabras que iba escuchando del Director.
-¡Comprenderá
que se han presentado incidentes! Empezó diciendo el director.
Partos
o cesáreas difíciles, tiempos prolongados… los padres no saben moverse en un quirófano…
en ocasiones contaminan… estorban el buen actuar… complicaciones de sangrado
que luego los asusta…
Mientras el pestañeo extraño del padre
solicitante. Leves cabeceos por el desvelo.
Recién
nacidos que vienen con dificultades médicas… impacto emotivo para el padre…
desmayos…
Y el somnoliento solicitante entreabría
desmesuradamente los ojos
Es
en serio, padres que se desmayan y entonces hay que socorrerlos… continuó diciendo el director.
Para entonces la obnubilada e insomne
mente del padre, se enredaba y se desenredaba.
El
alumbramiento vía cesárea transcurría con la mayor normalidad del mundo. Una
madre primeriza agitándose angustiosamente por el dolor, acostada bocarriba
sobre una estrecha mesa de quirófanos. Gritos desgarradores que, una vez
administrada la dosis de anestésico regional, se fueron mitigando. Un
anestesiólogo paternalista tratando de aumentar el efecto de su bloqueo con
palabras cariñosas. Un ginecólogo enguantado y sudoroso apuntando por allí el
último chiste sobre parturientas. Un asustado y temeroso padre primerizo que,
con cámara de video en mano, asistía acompañando a su mujer; -más instado por
ésta, que por su propia voluntad-. Enfermeras activas y parlanchinas, y al
fondo, reclinado en una silla, el pediatra ansioso por recibir a la criatura.
Nació
el niño ¡algarabía! Todo mundo apostado en sus puestos. El ginecólogo sostiene
por lo alto al niño y se lo muestra a la madre por encima de su abdomen, y
después posando para el padre, permite que este tome algunos segundos de video.
Hay fotos, hay exclamaciones de alegría explosiva. El RN no ha emitido
lloriqueo alguno. El pediatra recibe al RN, la madre ajusta el objetivo de sus
ojos y mira a su cachorro. El pediatra sostiene enérgico al RN por ambos pies y
deja que, abdomen, tórax y cabeza cuelguen hacia abajo. Posa también para el
video sonriendo. Con energía, asesta una sonora nalgada enrojeciendo el culito
del RN y aquí, con esta acción se desencadena todo. El niño finalmente emite un
espantoso berrido. El ginecólogo sonríe gratamente, pero no se da cuenta que la
cámara no lo está enfocando. El padre continúa asustado y tenso. El pediatría
se voltea para atender al RN junto con una enfermera y la madre grita muy
encabronada: ¡porqué le pegas a mi niño! Pendejo.
El
ginecólogo pierde la sonrisa y frunce el ceño. El pediatra se voltea y le
reclama: -¿qué me dijo? Vieja estúpida-. El padre asustado y tenso suelta la cámara
y empuja al pediatra, diciendo, -le dijo pendejo y lo sostengo. El pediatra al
trastrabillar, suelta al niño y este cae estrepitosamente al suelo. Las
enfermeras se apresuran, una a detener al pediatra que perdió el equilibrio y
también cae, y la otra a recoger al niño. El anestesiólogo despierta de súbito
e intenta detener al padre. El padre totalmente fuera de si se ha armado de un
frasco de soluciones casi vacío y con este da tremendo golpe a la cara del
anestesiólogo. El frasco se rompe. La sangre brota a raudales de las fosas
nasales. La madre con todo y los efectos del bloqueo hace un esfuerzo
extraordinario y logra girar el torso intentando rescatar a su cachorro. La
estrechez de la mesa quirúrgica hace que se vaya al suelo y las vísceras y la matriz
abierta se vacían en un santiamén. El ginecólogo al presenciar la agresión en
contra de su anestesiólogo, blandiendo el bisturí y con una precisión asombrosa
ejecuta el corte nítido a la yugular del padre. El pediatra ya mayorcito,
recibe tremendo golpe en la cabeza perdiendo totalmente el conocimiento y por
la tarde fallece por un hematoma subdural. El anestesiólogo sufrió fractura de
los huesos nasales y al romperse el frasco en su cara, fragmentos de cristales
se encajaron en ambos ojos perdiendo permanentemente la vista. La muerte del
padre fue inmediata. -Qué precisión en el corte, exclamaban los
investigadores-, con franca admiración. La madre falleció dos días después,
jamás pudieron alcanzar la severa hemorragia. El ginecólogo purga su sentencia
en la cárcel. Al RN no le paso absolutamente nada.
¿Se desmayan? Había repetido la pregunta
al Director.
Después de la explicación del director
al padre primerizo, este adormilado aun, volvió con su mujer.
-Qué te dijo mi vida, ¿autorizó el
permiso? Dijo ella
-¡No! Amor. Me explicó el doctor algunas
incidencias que pueden ocurrir en el quirófano y toda una monserga de las
normas específicas de regulación y certificación de hospitales que, en
conclusión, ya no permiten esa práctica. Respondió él.
¡Hay qué pena! Dijo ella. Ya vez, nos hubiéramos
ido a otro. Agregó
De algún modo él tampoco quería estar
presente.
Abreviaturas: RN (recién nacido)
Hematoma subdural: hemorragia intracraneal generalmente
relacionada con un buen madrazo.
©2019 By Oscar Mtz. Molina
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