Su paso cansino por la vereda de la montaña tibetana oculta su ancestral arrojo y un denso abrigo, propicio a esas alturas; un magnífico toro.
La testa inclinada como muda protesta. No es coincidental su retiro a tierras de meditación.
Naturales de Tierra-Fértil y tránsfugas de sus fiestas de sangre, las hembras yak amamantan a sus críos con una leche rosada para que nunca lo olviden.
La testa inclinada como muda protesta. No es coincidental su retiro a tierras de meditación.
Naturales de Tierra-Fértil y tránsfugas de sus fiestas de sangre, las hembras yak amamantan a sus críos con una leche rosada para que nunca lo olviden.
1 comentario:
Interesante contrición, doctor Pedraza. Pero no siempre es posible olvidar, y eso sí que es terrible.
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