jueves, 26 de mayo de 2011

Una historia psiquiátrica (III)


Alberto dio al cigarro una larga fumada, luego lo ofreció al grupo.
¾No mames, pinche Alberto. Este churrito apenas alcanza para ti ¾se excusó Jesús.
―Mejor apúrale porque ya es hora de clases ―urgió Alejandro, conteniendo apenas la risa.
La anciana profesora de psicología médica reprochó en silencio la interrupción de la clase. Esperó a que se restableciera el orden y prosiguió con la cátedra.
¾¿Quién quiere pasar al pizarrón? ¾invitó después de hablar un rato sobre manías.
Mientras el resto del grupo nos mirábamos cediendo la participación al compañero de al lado, en un hecho insólito, Alberto se puso de pie y pasó el frente. En el tiempo que llevábamos de conocerlo nunca antes hizo algo parecido. Sin embargo, la sorpresa mayor fue cuando lo escuchamos arrastrar las palabras y con dificultades para coordinar las ideas. Por enésima vez deslizó el minúsculo gis sobre la superficie verde del pizarrón, remarcando todavía más el gordo y tembloroso círculo.
            ¾¿Qué haces, Alberto? ¾preguntó la doctora X, entre sorprendida y preocupada.
            ¾Todo es un círculo, maestra ¾y continuaba su circundar infinito.
            Creyendo ser víctima de una tomadura de pelo ¾lo que a su edad era por demás lamentable¾, la doctora X pidió encarecidamente a su alumno que se sentara.
            ¾Ante la naturaleza inusitada de tu exposición, Alberto, me siento confundida e imposibilitada para calificarte. Pero haciendo uso del derecho que me da ser profesora, tienes un ocho. Ve a sentarte.
            Un murmullo de falsa resignación envolvió al salón.
Cuando Alberto llegó hasta nosotros, no podíamos evitar mirar sus ojos desorbitados y rojos; su cara cubierta por una sonrisa extática, casi estúpida. No quisimos interrumpirlo, sabíamos que al menos en este momento era plenamente feliz. Psicología médica sería la primera materia que aprobara por méritos propios.
―¿Qué fue lo que le dieron a fumar? ―quise saber.
―¡Pasto y hojas secas! ―respondieron divertidos Eric y Alejandro.
            Al terminar la clase, todos corrimos a las jardineras y nos llenamos los bolsillos de hojarasca.

Imagen tomada de la red.

1 comentario:

quique ruiz dijo...

Mitómano aprobado en psicología médica, jajajaja. Ya me quedé picado con ese personaje de Alberto...