Fue el tejido cutáneo
de mis noches olvidadas
el añejo buqué de una piel anónima,
esa acrónica forma de amarse
en la fricción de membranas.
Fue mi boca sedienta
del tegumento de tus senos,
tu cuerpo desnudo en el firmamento
de ese lecho de deseo sin freno,
un diluvio de estrellas
entre el cielo y aquel vacío
la rutina de un segundo
en una dermis reseca
prototipos, glóbulos y moléculas
a mitad de tu pecho,
una fracción del mundo
que poco a poco se aleja.
La enorme aridez
de antiguos adioses y la correría,
el insomnio rutinario del ayuno
el afán bestialmente perruno,
tu seudónimo suspirado en la ironía.
Fue la probabilidad de mi vida
inversamente proporcional
al laberinto de tu cuerpo,
un planeta distinto
en cada uno de tus ojos
fueron todos y ninguno…
tan fácil y tan falso según recuerdo.
Fue un insólito convenio de absurdos,
de promesas incumplidas,
de mis carcajadas reprimidas
y tus lloriqueos en lo oscuro.
Fue una serie de caricias inconexas,
una docena de besos
un racimo de lagrimas y una amalgama de risas.
El espejismo de un sueño en una plaza colonial
que intentó ser algo más que eso,
la leche de un ave nodriza
que se agria en las hojas de un libro pequeño
un verso que vivió y murió desde aquel día.
4 comentarios:
Zaraceno: Contigo se inaugura nuestra sección de invitados: esperamos seguir contando con tu participación; este es tu espacio.
Un abrazo.
José Manuel, es un honor ser quien inaugure esta sección, agradezco la invitación y la lectura de mi texto.
Saludos cordiales.
Muy hermoso su poema!
Muchas gracias por la lectura y el comentario Rosio.
Saludos.
Publicar un comentario