Mi amor: en casa te extrañamos, te necesitamos. Finalmente tu ausencia nos cala los huesos.
Nuestros hijos, cuando llegué a casa, tenían una vela encendida frente a la Guadalupana y al lado una foto tuya; la colegiala de la "Manuel Acosta" de la cual me enamoré.
Después, cuando todos dormían, la apagué para finalmente volver a encenderla por nuestra próxima, eterna unión.
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