jueves, 2 de junio de 2011

Una historia psiquiátrica (IX)


El viernes previo al fin de cursos,  Alberto se sacó una fiesta de la manga. Su casa estaba a unos minutos del Hospital General y era un sitio intermedio ―relativamente hablando― para todos. Para que las mujeres del grupo no pensaran que se trataba sólo de embriagarse, les dijo que en la reunión estarían presentes su mamá y su hermana. Y ellas no beben, agregó. Rodolfo Hau (mezcla de Michael Jackson y Tin Tan, pero en chino tepiteño) ofreció enseñarles los últimos pasos de moda. La tarde transcurría con la normalidad de una fiesta estudiantil: brindis con vodka y jugo de naranja o ron con coca; de botana, papas fritas, chicharrones y cacahuates enchilados y japoneses; trocitos de salchicha y queso. Tal y como lo había prometido, Hau se encargó de hacer bailar a cada una de nuestras compañeras; aun a las que contaban con dos pies izquierdos. Con gusto habría cambiado entonces mi promedio escolar por ser yo quien bailaba así con Magda. Pero al ser esto imposible, opté por ir a prepararme otro vodka tonic. En eso estaba cuando Alberto entró a la sala acompañado por varias amigas de su mamá, quienes no dudaron en elegir a su pareja y tomar posesión de la fiesta (oportunidad que aprovecharon nuestras compañeras ―y aquellos que tenían su pareja dentro del grupo― para marcharse). A eso de las diez de la noche alguien propuso que fuéramos a bailar a la disco de hotel Camino Real. Los amigos nos distribuimos en los autos de Eric y Alejandro; las señoras se fueron con Alberto y su mamá.
―Ya decía yo que una fiesta con Alberto no podía ser normal ―dijo Alejandro― ¿De dónde habrá sacado a esas momias?
―No tengo idea, pero lo mejor es que en el primer alto nos perdamos ―propuso Eric.
Aunque no compartía la misma opinión de mis amigos, mi preocupación era que al final tuviéramos que pagar la cuenta nosotros.
―¡Sí, están bien pinches viejas!

Imagen tomada de la red.

2 comentarios:

joseluis dijo...

:-D

Hacía rato que no me daba una risas de esas que son bien cómplices :-)

Llegó un momento, también, en que me visualicé dentro de aquellas reuniones...

Muy bueno, eneas

josé manuel ortiz soto dijo...

José Luis, nosotros nos divertimos de lo lindo con Alberto. Se hizo una simbiosis con él: el invitaba los pomos y nosotros le ayudábamos a pasar los exámenes. Disfrutábamos dejándolo copiar. La primera revista porno (española) que vi, la traía él. Era un personaje muy complicado al que sinceramente todo le valía madre.

Saludos.