domingo, 12 de diciembre de 2010

Cómplice*

Escucha... escucha los ruidos de la noche. En este cuarto sólo estamos mi lápiz, mis hojas, mis líneas y esos ruidos... y, en mi mente, tú, mi compañero de pláticas nocturnas... ¡Pero si sólo ha sido una noche! Con esa noche bastó para... arder.
Eres tan inalcanzable, tan imposible. Somos dueños de nuestro destino, terminar ahora, ¿continuar? Espera... nunca iniciamos algo. Excepto este juego piromaniaco, encendimos la chispa, que ahora es fuego y que nos consume poco a poco como ese cigarro tuyo. Te necesito esta noche para contarte al oído las cosas que imagino; que el viento nos haga volar tan lejos que nadie nos encuentre; que la lluvia nos encharque en algún lugar; que seamos tú y yo los que detengamos el tiempo, los que acortemos las distancias que nos dividen. Escucha... escucha los ruidos de la noche. Dame otra plática nocturna sin luz; que sólo se escuchen nuestras voces en la oscuridad.
Habla bajito que nos van a escuchar. Acércate y te diré... como es que me he enamorado de ti.


*Los adolescentes escriben II, Universidad Nacional Autónoma de México, 2003.
Imagen tomada de la red

2 comentarios:

Anónimo dijo...

siiii es un texto cómplice. Invita a fantasear.. prosa fluida, íntima, que llega. un abrazo Rub

Médicos mexicanos por la cultura y el arte dijo...

Lala, prosa poética sugestiva, que incita a la complicidad.
Felicidades.