al dr. carlos aldana valenzuela, neonatólogo
Aquel chiquillo era demasiado pequeño para intentar hacer
algo por él: veintidós semanas de vida intrauterina de ninguna manera eran un
aval del cual fiarse. ¡Carajo! ¿Por qué no llamar a uno de esos neonatólogos
que Dios tiene en los cuneros celestiales vigilando a los chamacos hasta que cumplen la edad requerida para
bien nacer? Digamos, treinta y ocho, cuarenta semanas.
—¡Imposible! —exclamó el subdirector médico a la
sugerencia del obstetra, asustado—. En estos momentos, no contamos con presupuesto
para subrogar a un especialista divino.
—Ni modo, qué le vamos a hacer. Entonces que lo reciba Carlitos
Aldana.
1 comentario:
Genial cuento, me recordó al neonato de 750 gr que vi nacer, puedo decir que esos pequeños no son otra cosa que un milagro y más cuando sabes que ya tienen cuatro años y siguen por ahí.
Abrazo Manolo
Diana
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