En mi tribu cada año nacen menos y enterramos más. La recolección de leña es pobre, y el frío que se avecina será atroz. El valle se ha ido marchitando. El forraje fresco lo disputamos con los animales. Si emigrásemos, las montañas serían nuestra tumba.
Chak, Chia y yo fuimos hacia la manada de puercos. Ningún animal nos teme. Con sigilo, apartamos dos pequeños del rebaño y los purificamos con fuego en la pedrera. La tribu se resistía a comerlos, pero los estimulé cuando yo lo hice.
El ulular del viento anuncia las heladas. Hay suficiente leña y los críos tienen sol nuevo en sus ojos.
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