martes, 24 de septiembre de 2013

Gulliver

La sociedad lo excluía y respondió forjando un mundo de brevedades. En días de hastío, se acostaba al lado de los bonsái e imaginaba que de un mar de olas pequeñas llegaban cientos de hombrecitos y lo sujetaban. Entonces, sonreía el enano.

2 comentarios:

josé manuel ortiz soto dijo...

Rubén, muy buen mini. De alguna forma todos somos gigantes. Hace días me pasó algo parecido. Saqué a pasear a mi perra y de pronto se los atravesó en el camino una hormiga. Al vernos los tres -y los edificios a nuestro lado- tuve una visión como la de tu personaje.
Un abrazo.

sendero dijo...

Gracias Manolo por tu comentario... Cuánta relatividad hay en las estaturas... un abrazo17