Arnaldo, el angelito de doña Chepa,
no pidió ser atado a una pequeña caja de madera y menos que lo soltaran río
abajo. Sólo queríamos que oyera el canto de las sirenas, dijo el cabecilla de
aquel grupo de adolescentes al ver pasar la camilla con el niño ahogado.
Imagen: "Ofrenda", JMOS.
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