Imagen tomada de Internet
La maestra de anatomía me dijo una mañana gélida de noviembre, allí en
el anfiteatro de la facultad de medicina, en medio de cuerpos embalsamados ¡Ajados
por el olvido, curtidos en formol!
-Jovencito debes reforzar tus enseñanzas con una nueva disección.
Señaló un cadáver con la mirada y depositó en mi mano izquierda el
bisturí, las pinzas de Kelly en la diestra.
Se recostó sobre una mesa limpia, con tacto y precisión corté costuras
de su vestido, sostén y pantaletas.
¡Asombrados! Al término del curso mis compañeros murmuraban
preguntándose del diez de calificación perfecta.
Deserté por cierto, ahora me dedico a la música, y a inventar historias.
De aquel curso y aquella práctica de disección en el anfiteatro de la
escuela, sólo me queda, el recuerdo de los ojos azules de mi maestra y la
palidez de su rostro mientras quieta, sentía el ir y venir del bisturí en mi
mano, acariciando dermis, aturdiendo su conciencia.
© 2017 Oscar
Mtz. Molina
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