lunes, 16 de octubre de 2017

Mínima invasión



PRÓLOGO

A prime facie y, a pesar de que la medicina y la literatura son dos artes catalogadas como “humanistas”, suelen parecer contrapuestas. Sin embargo, a lo largo de la historia humana, ambas disciplinas se llevaron muy bien. Baste con nombrar a Hipócrates de Cos quien, además de ser considerado “Padre de la medicina”, también fue el primer hombre que supo empuñar con igual destreza la pluma y el bisturí.
Pues bien. En este volumen, al que los lectores van a acceder, nueve médicos mexicanos demuestran con singular pericia que ambas disciplinas conforman una simbiosis tan particular que, aquellos que podemos especular un poco más, nos imaginamos una mutación temporal en la que el individuo usa la pluma con la misma habilidad que el bisturí e interviene en las palabras como si fuesen un cuerpo humano para modificar su “anatomía” (valga la metáfora) y así dotarlas del sentido lúdico que ofrece la lectura.
No es la única particularidad del presente libro. El género que han elegido para componer sus textos, más allá de lo que dice la academia acerca de su difusión, es uno que viene (también) desde los primeros años de la historia. Es verdad que se trata del género de moda, pero no es menos cierto que 1500 años AC, ya se escribían textos mínimos que contenían en su corpus todos los elementos que más tarde seleccionarían los estudiosos para fundamentar el canon de la narrativa hiperbreve. A quien dude de ello, lo remito al libro El bosque de la risa de Feng Meng Long que data de la Dinastía Ming, que reinó en China por aquellos tiempos.
No entraré aquí en consideraciones de tipo académico sobre el microrrelato (o minicuento, microcuento, cuento ultracorto o cualquiera de aquellas denominaciones en las que los eruditos no terminan por ponerse de acuerdo). Baste decir que es un texto que, contrariamente a lo que piensan muchos lectores (y no pocos escritores)  exige mucha concentración, mucho trabajo de “corte y corrección” (frase acuñada por algún tallerista literario) y a veces se prolonga en el tiempo. Y sin embargo, no todos lo logran. Parece fácil pero, cuando evaluamos todo lo que se produce y se publica nos damos cuenta que no todos los textos tienen el valor artístico que transforma a unas cuantas oraciones en un buen microrrelato.
México es uno de los países americanos con mayor desarrollo de este tipo de microtextos que se caracterizan por su lectura rápida y la necesaria complicidad del lector. Entonces, no debería extrañarnos que un grupo de escritores mexicanos se reúnan para un colectivo de microtextos. Lo que sí resulta llamativo es que los nueve integrantes de esta obra no solamente sean escritores sino que también son médicos.
Y entonces nos encontramos ante este volumen que, por merecimiento propio, está destinado a ganarse un importante lugar en las letras vivas de México.
Hasta que este original llegó a mis manos, sólo había leído textos de Ortiz Soto, Pedraza y Tena; entonces, la curiosidad de leer micros que habían sido escritos por otros colegas que no conocía me sirvió de acicate y en cuanto comencé con la lectura ya no pude parar. Y la verdad es que fueron las horas mejor invertidas en varios años. Rubén García García, Diana Raquel Hernández Meza, Hilario Martínez Arredondo, Óscar Martínez Molina, José Manuel Ortiz Soto, Alfonso Pedraza, Victor Hugo Pérez Nieto, Elizabeth Pérez Ramírez y Paola Tena nos entregan una selección de textos que, sin lugar a dudas, merece ocupar un lugar destacado en nuestras lecturas cotidianas.
El conjunto de textos es sólido y seguramente hará las delicias de aquellos que accedan a este libro.
En síntesis, una excelente colección de microrrelatos que seguramente habrá de complacer a los lectores, después de haber producido placer lúdico en cada autor. Al final de cuentas, esas y no otras, son la misión esencial de la literatura.



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