martes, 10 de abril de 2018

-Todos somos Luis-


Imagen tomada de Internet. que podía titularse: Abatimiento

Hay pacientes que no hay que atender, 
y dinero que no hay que ganar. 
Mi maestro J. A. Vázquez García..


-Todos somos Luis- Es la consigna que, pone al gremio médico, de nuevo a la vista de la sociedad mexicana, empezar diciendo que, la nuestra, es una sociedad que se refocila condenando a diestra y siniestra, a los distintos actores, apoyándose en medios informativos o redes sociales que, deciden hechos y verdades a modo, en la mayoría de los casos, sin tener ni siquiera el más mínimo conocimiento de lo que sucedió, o de las circunstancias que rodean un acto.  

-Todos somos Luis-
Nos hace reflexionar también, como médicos, sobre la realidad actual en la atención de los pacientes quienes, de un tiempo a la fecha, se han convertido por sí o por intermediaciones externas, en enemigos de quien ellos mismos eligieron para ser atendidos y tratados. Esta reflexión hace pensar en el hecho que, nosotros los médicos, tomamos muchas veces en broma, la realidad ancestral enquistada en la memoria colectiva: si te fue bien es sólo porque Dios así lo quiso, y la gastada frase: Gracias a Dios, primero; después a usted, doctorcito.
Gastada frase que a nosotros nos parece siempre graciosa, sobre todo cuando paciente y familia, ignoran todo el estrés y todas las penurias que, pasa uno en el quirófano, al operar un paciente, obeso, diabético descontrolado, enfermo cardiaco, fumador empedernido, que jamás ha hecho nada por su salud, y al que nos empeñamos con que salga bien para que la fractura, o la prótesis o los problemas de vesícula o apéndice o lo que sea, se resuelvan de manera correcta. Muchas veces en ese mismo tipo de pacientes, si el camino se tuerce en complicaciones, y a pesar de haberse dicho aquella frase de primero Dios y etc. por obra y gracia  todo cambía y entonces el único que carga con la culpa es usted doctorcito. Dios campantemente, se hace a un lado.
-Todos somos Luis-
Es la eterna verdad sobre el modo de actuar médico, siempre atendiendo pacientes en instituciones carentes de insumos, batallando entre las necesidades y lo mínimo indispensable, entre el bien hacer y el tener que, acomodarse, a lo que buenamente puedan ofrecerte.
La eterna crisis para atender a los pacientes en el medio privado, con remuneraciones por parte de los seguros de gastos médicos muy bajos, porque los pacientes compraron los seguros con las primas más bajas, limitándose a la atención en hospitales o clínicas que en ocasiones tienen limitaciones asistenciales, pero cuyos seguros, solo daba para esas clínicas, o en caso de no contar con seguros médicos,  cuidándoles el dinero, con los ruegos eternos de pacientes y familiares: -donde me salga más barato doctor- ¡y núnca! Donde se tenga mayor seguridad.
-Todos somos Luis-
Nos debe hacer recapacitar, en nuestra propia condición, al aceptar tratar a pacientes que, acuden a nosotros, rodeados de una familia que, tiene la esperanza metida en la piel,  de que las cosas vayan mal o no vayan tan bien, para poder irse con todo en los reclamos al médico.
-Todos somos Luis-
Nos debe hacer reflexionar también en el dolor de los padres y en el niño que, tuvo el infortunio de fallecer por una reacción alérgica (anafilaxia), para que nuestro actuar cotidiano, nos haga sensibles y procuremos que cada paciente, en la medida de lo posible sea atendido en las condiciones mínimas de seguridad. Esto sin duda, será una medida que, conlleve a tener que buscar clínicas y hospitales con mayor infraestructura, y que infortunadamente muchos pacientes, cuyas posibilidades económicas no puedan sufragar dichos costos, deberán acudir sin más a la asistencia médica social, que, en México, salvo los grandes hospitales e institutos, el resto y particularmente en provincia, dejan mucho que desear.
-Todos somos Luis-
Es una reflexión no solamente para los médicos, si no para las instituciones, y en particular para la sociedad mexicana.
¡No para los políticos! Ya hemos visto que, ellos, se cocinan de otro modo.

© 2018 By Oscar Mtz. Molina     

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