La curiosidad me
impulsó a interrogar a ese objeto, cuyo brillo rutilante llamaba poderosamente
mi atención. No obtuve respuesta, así que me acerqué a él y lo tomé entre mis
manos de mozalbete inquieto, limpié el polvo que lo cubría y lo empecé a
explorar. Lo habitaba un conjunto de historias fantásticas que, confieso, me
llevó algunos meses conocer. Mi nuevo amigo me condujo a través del tiempo y
del mundo entero, y cada día que pasaba mi aprecio hacia él era mayor. Me
presentó a otros amigos, distintos colores los vestían, y con ellos fui
conociendo las entrañas del ser humano: sus alegrías, sus iras, sus tristezas,
sus amores y desamores, pero sobre todo esa gran capacidad de crear.
En los inicios de mi atardecer, recorro con mi vista a todos esos
grandes amigos que me han brindado momentos de dicha y gozo, y me considero
afortunado; tomo a uno entre mis manos… me lleno de emoción por el nuevo viaje
que emprenderé.. Tal vez me guíe cuando vaya con Caronte.
Nicolás Durán
Martínez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario