Merodea entre los árboles del vecindario y la luz del sol lo obliga a regresar a su cueva. Él solamente vuela cuando cae el día. Algo le pasa, se distrae, siente que no es el mismo y eso le da rabia.
Afuera un niño juega desnudo en un chapoteadero. Escucha sus risotadas y su piel rosada despierta su apetito bermellón. Se lanza en picada desafiando al sol de la tarde.
Su vuelo torpe lo hace caer en la orilla del chapoteadero. El niño grita angustiado a la madre y ella, enardecida, lo toma del ala y lo arroja hacia la perrera.
-¿Qué hago aquí? ¿Qué me pasa? -se pregunta con chillidos.
Los mastines se pelean, lo muerden.
-¡Qué dolor! ¡Qué náusea!
Cuando lo despedazaron, ya había muerto de rabia…
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