Autorretrato. Cd de México, oct. 2016
¡Patético!
Exclamó
mi mujer desde la cocina, una vez haber corrido la cortina, con discresión, para no ser vista
por nuestra vecina Patricia.
Había
estado fisgoneando los últimos veinte minutos, justo después de haber
descubierto que, una vez marchándose el vecino, hizo acto de presencia el señor
Antonio, otro vecino.
Arrumacos
y caricias con esa libertad que dan los goces de frutos robados, frutos
prohibidos.
¡Patético! Volvió
a exclamar en franco tono de enojo.
Y
siguió en una larga letanía
¡Pendejo
cornudo!
¡Señora
doña puta!
Y
toda una larga fila de improperios.
Yo,
sumido en una indescriptible sensación de desasosiego, entre malestar y celos.
-¡déjalos
ser, mujer!
A
ti que te importa lo que vivan entre ellos.
¡Señor
cornudo, señor cabrón, señora puta!
Nosotros
a lo nuestro, y punto.
Y
lo dije con tanta firmeza y convicción de principios que, pude sentir en aquel
ambiente, el franco arrepentimiento de mi esposa.
-tienes
razón, viejo. Dijo al fin, tomando sus cosas y marchando a su trabajo.
Despidiéndose.
-desasosiego,
malestar, celos.
¡Te
estas pasando Antonio! ¡Te estas pasando! Exclamé al mismo tiempo que extendía
el billete al vecino. Consciente en que, tampoco, podía exigirle mucho.
Arrumacos
y caricias. Pensaba. Mientras Patricia comenzaba a quitarse la ropa.
-¿qué
dice la bruja? Preguntó Patricia.
Que
tu marido es un cornudo, que Antonio un cabrón y tú una...
Bueno
ya sabes lo que dice.
-¿Sospecha?
-¡naa!
Respondí con certeza.
¿Se
sobrepasa Antonio? Pregunté con ese escozor de celos en el pecho.
-le
dejo que palpe tantito. Para que la bruja vea, y para que a él se le pase la
angustia.
¡Cabrón!
Exclamé un tanto molesto.
Mientras
recorría ya, palmo a palmo aquel cuerpo joven, lleno de vida.
Fuera,
Antonio guardaba los mil pesos en su cartera.
Mi
mujer en su trabajo seguiría pensando que lo mejor, era olvidarse de los
vecinos, y seguir con lo nuestro, y punto.
-Un día de estos te descubren de fisgona, y
buena la tienes con el chisme. Había rematado aquella mañana.
© 2016 By Oscar Mtz. Molina
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