martes, 22 de julio de 2014

La residencia (XIX): Sesión académica


El profesor levantó sus ojos cadavéricos al cielo y un filosófico reproche emanó de sus pútridas entrañas. Fue una especie  de científica maldición que nadie en el presidium  trató de entender (pues era de todos sabido que el lenguaje de los hombres sabiospedus era incomprensible para el resto de los mortales). Luego dejó escapar una retahíla en la que trasportaba al susodicho erretrés desde su origen humanoide hasta la intersección prehistórica pediatrus generalus. Llevado por la ligereza incuestionable de su lengua, el profesor lo confrontó con su origen divino y extraterrestre. Pero el erretrés en cuestión hacía rato que había dejado de prestar atención a las palabras del decano; de vez en cuando, unos sonidos guturales lograban introducirse en la maraña de sus pensamientos adormilados. Hacía más de hora y media que se concentraba exclusivamente en la habilidad de aquella lengua reptiliana para decir estupideces.

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