Al interior del
ascensor, las vacas fumaban gruesos puros, satisfechas. Entre charlas y miradas
furtivas al joven ascensorista, que les parecía terriblemente guapo, enfatizaban
los comentarios que estallaban en carcajadas sonoras. De vez en vez alguna
rumiaba recuerdos verdes y los ojos se le hinchaban como pelotas de tenis.
¾¡Bendito sea Dios! ¾musita alguna y
entrega una moneda a un niño pordiosero en el entrepiso; el chamaco,
groseramente la arranca de la mano y echa a correr sin dar las gracias.
¾Yo pienso que la
humanidad no tiene futuro. ¡Ya ha reinado mucho tiempo! La historia nos ha
enseñado que todo lo que llega a la cumbre después declinar lastimeramente. Es
la ley. ¾Y sacude
la cabeza tratando de expulsar de su oreja izquierda una panzona garrapata que,
glotona, insiste en permanecer adherida a su tímpano.
¾Sí: esa es la ley. No
hay duda ¾confirma
otra, dando grandes chupadas a su habano.
El mozo
elevadorista ¾oligofrénico
como el mejor de la especie houxlyniana¾, a pesar del cuarto de siglo que lleva en el puesto y el
desconocimiento del lenguaje vacuno, detuvo el ascensor en el piso dieciocho,
advertido por la descarga eléctrica que dictaba cada uno de sus actos.
¾¡Buenos días! ¾dice al entrar al
ascensor una vaquilla, quizás hermosa, con un par de cuernos diminutos bien
barnizados, grandes orejas acartonadas y una cola de dos metros que no deja de
mover provocativamente de izquierda a derecha ¾. ¡Buenos días! ¾vuelve a saludar melódicamente, mientras sirve un
humeante té de alfalfa tierna a cada uno de los ocupantes del ascensor—. No
tienen por qué preocuparse, ¡es un servicio de la Secretaría! ¾explica con voz chillona
y melosa.
¾Si estuviera un poco
más panzona sería la ternera perfecta ¾piensa una vieja vaca productora de cine, mientras contempla
a la joven enfundada en el disfraz de edecán.
¾Sin embargo, en el
campo de las artes, la decadencia parece inspirar las grandes obras ¾opina un becerro
estudiante de Filosofía y Letras, que no deja de sonreír a la joven ternera¾. Ahí tenemos el boom
de la novela latinoamericana, su mejor ejemplo.
¾Eso está más que claro
y no tiene caso discernir al respecto ¾interviene la cineasta, y a continuación suelta un
discurso acerca de los grandes momentos de la humanidad, pasando por la
decadente Roma, saltando sobre el Renacimiento, mordiendo al Romanticismo,
apapachando el Realismo, mordiendo el Naturalismo y deteniéndose por un
instante en los “Ismos” de las primeras décadas de este siglo.
¾Bueno ¾acota una vaca de
cara burocrática¾ solo
esperemos que nuestro reinado no llegue tan pronto a la decadencia. No al menos
hasta dentro de otros dos mil años.
El
elevador se detuvo en el piso cincuenta y nueve y el rebaño de vacunos entró en
las oficinas de la
Secretaría para la Prevención de la Brucelosis.
2 comentarios:
Joder con nuestros burocratas, tan faltos de humor y de ingenio
Doc: así es. Sinceramente lo que buscaba era hacer los reportes más amenos, pero ya sabes cómo es eso.
Un abrazo.
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