sábado, 14 de enero de 2012

El Internado: (X) Una operación perfecta


El bisturí hendió la carne de la misma forma que se pierde un dedo en un trozo de mantequilla en un mediodía de verano. La sangre tenía un sabor desagradable y un escupitajo oscuro y espeso fue a estrellarse contra el piso, dos metros adelante. Superada la primera impresión, hizo acopio de valentía y decisión y, llenando sus pulmones de aire, penetró a las profundidades rojoamarilloscuras de la carne.
¾¡Perfecto! ¾dijo Cirujano a su Ego disfrazado con pijama quirúrgica, que de vez en cuando echaba una mirada a la operación desde la altura de su inconmensurable mareo. La aprobación fue un burdo movimiento de cabeza, más a causa del inminente desmayo que a un acto de afirmativa conciencia¾. ¡Perfecto! ¡Exacto! ¾repitió en voz alta Cirujano, y llevó a su boca el trozo de carne de cerdo que magistralmente había seccionado.
Luego de comprobar que el médico conejillo de indias sobrevivía al guiso  ¾y brindarle un aplauso atronador¾, todos en el comedor procedieron a engullir vorazmente sus sagrados alimentos.

México, D.F., 1988. Relato dedicado con toda la saña posible al personal de dietología del H.G.Z. no. 27, Tlatelolco. Periódico de Internos.


Imagen tomada de la red.

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