miércoles, 13 de julio de 2011

Cerca del quirófano

Anexo a los quirófanos se ubican casi siempre los vestidores médicos. Es un lugar privado donde los ayudantes, el anestesiólogo y el cirujano cambian su ropa de diario por el uniforme azul. Para que el médico ingrese a la sala de cirugía debe de cubrirse la boca, el pelo, zapatos y enfundarse con pantalón y camisa libre de gérmenes. Obviamente hay vestidores para mujeres y para varones.

Sitio de enorme tensión, misma que la disipan con pláticas cotidianas, comentarios sobre los acontecimientos del país o bien los rostros quedan en silencio. Todos se quitan su ropa de calle y buscan en los estantes la talla que mejor acomode.

Los que sólo vamos como ayudantes o aprendices, nos limitamos a observar a los que asumirán la responsabilidad. Los médicos tienen conductas variadas. En aquella ocasión el paciente era un niño de cinco años con un tumor alojado en faringe. El anestesiólogo, de piel blanca, ojos de raya cubiertos por espejuelos y bajo de estatura. Él normalmente serio, ahora parecía más. Se cambiaba sentado en una esquina, alejado de los demás. Yo no sabía si era por bochorno o por la dificultad técnica de la anestesia. El cirujano otorrino --se la había pasado contando situaciones jocosas que le festejábamos-- se cambiaba de pie en una esquina contraria a la del anestesista. Hubo un momento en que nos quedamos callados, envueltos en la dificultad del quehacer que vendría.

El otorrino se bajó los pantalones dejando al descubierto su ropa interior, al mismo tiempo el anestesiólogo sentado en la esquina opuesta hacia lo mismo. Cuando escuchamos del cirujano un “ Ay ay ay” amanerado y reculando hacía donde estaba su compañero y exclamando “Ay… ay qué me vas hacer… qué me vas a hacer” hasta que se sentó sobre las piernas de su colega. Rompimos en carcajadas. Él se puso de mil colores mientras el otro imitaba movimientos copulatorios y seguía con la vocecita amanerada “ Qué me vas a hacer”, “qué me vas a hacer”. Instantes después se paró y serio le dijo: “Ánimo colega, deje esa cara, que vamos a salir bien de la cirugía”.

1 comentario:

josé manuel ortiz soto dijo...

Rubén, si se contara todo lo que sucede en vestidores y quirófanos, seguro que mucha gente se asustaría o pensaría que se es irreverente.

Un abrazo.