viernes, 12 de abril de 2013

Servicio social (8): El buen anfitrión



Al Dr. Miguel Gómez Díaz
Supervisor Médico, Amealco, Qro.


El pequeño refrigerador entreabrió su hocico rectangular y dejó escapar un vaho gélido que, por un instante, convirtió a la clínica en un inmenso frigorífico de carnes argentinas.
¾¡Buenos días! ¾bostezó, sonrió, saludó al supervisor médico que horrorizado veía cómo una manita de cerdo a la vinagreta salía desde el fondo y lo estrechaba, palmeándolo amigablemente¾. ¡Su presencia en el centro de salud es un honor, señor doctor! ¡Esto hay que festejarlo!
Y yendo de las palabras a los hechos, el refrigerador extrajo un par de botellas de vino blanco, las que descorchó magistralmente y ofreció al pasante y al supervisor médico. Cuando las botellas fueron vaciadas, el refrigerador dispuso fuera de sí (en una práctica moderna y versátil que lo convertía de guardián de productos biológicos a frigobar-mesa de centro) un kilo de carne para asar, un cuarto de tocino ahumado, tres chuletas de cerdo frescas, 300 gramos de chorizo casero, kilo y medio de tortillas de harina Mamá Alejandra, 250 g de crema el Sauz, 150 g de queso ranchero, 500 g de queso manchego (ambos San Juan), un litro de leche Alpura 2000, cuatro sidrales Mundet, siete cervezas Modelo de lata y tres XX Lager, dos mangos (uno a medio mordisquear), medio racimo de uvas sin semilla, seis limones, dos jitomates, un racimo de cilantro, cuatro chiles jalapeños, una cabeza de ajo, un frasco de salsa para spaghetti, un vaso de mole Doña María... que el excelente cocinero que era el médico pasante agradeció, listo a preparar una abundante comida.
¾Espero que disculpes lo frugal de mi despensa ¾dijo sentidamente el refrigerador, ruborizando su blanca-gris-escarapelada superficie¾. Tú sabes, Miguel, que ya es media semana... y que, con el sueldo miserable que se paga a los pasantes, uno se tiene que apretar el cinturón.
Rendido ante tan amable cordialidad, el supervisor médico fue incapaz de rechazar el almuerzo.

Y amablemente, con la cordialidad característica del buen anfitrión homérico, se invitó al supervisor médico a degustar la apetitosa comida, que el médico pasante había servido. ..   
El supervisor Miguel Gómez, ante tanta amabilidad desbordada a su persona, fue incapaz de rechazarlo.


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