jueves, 30 de junio de 2011

De Cheshire

Cuando observó el pistón que movía la sonrisa, supo que no era liebre: sin duda era un gato… hidráulico.

martes, 28 de junio de 2011

El Internado: (III) La Cofradía


Apenas Cocús traspasó la puerta del auditorio, el miedo a lo desconocido que lo acompañaba las últimas semanas se desvaneció. El destino se teje con mano propia, pensó y se dirigió en dirección al primer grupo de caras conocidas que vio. Allí estaban Hau Linn, Yolanda Frow y Dda, a quienes conocía de comienzos de la carrera; Rompecorazones Bazae y Walterio, con quienes había jugado en la selección de futbol de la facultad, a más de compartir con ellos algunas cervezas; a Pedrozoa, Tanamazte y Pili no los había visto en su vida, pero fueron presentados como amigos de sus amigos y con eso era suficiente. Solemne Primero fue un caso particular: anduvo rondando un rato por el auditorio, luego, como si conociera a todos, se acercó al grupo de Cocús y presentó solo. “Veo que ya se conocen, considérenme uno más de su grupo”,  dijo con la solemnidad del político mexicano. “Este güey parece licenciado, habla hasta por los codos”, dijo Walterio, “me cay que si tengo alguna bronca aquí, que él me defienda”.
Una hora después, cuando la Jefa de Enseñanza, doctora Panterorrosa, pidió elegir a un alumno que representara al grupo de internos ante las autoridades del hospital, Solemne Primero arrasó en las votaciones con trece votos. Tavo el Costeño y MiriuGe fueron los votos once y doce; el treceavo, vino de un anónimo integrante que prefirió mantenerse a la sombra todo el año. Quizás hombre, quizás mujer o quién sabe…
Por esos azares del destino en los que pensaba Cocús, había nacido La Cofradía, que se encargaría de tomar las decisiones de los médicos internos de pregrado, generación 1988, del Hospital General de Zona número 27, del IMSS.

Imagen tomada de la red.

lunes, 20 de junio de 2011

El Internado: (II) Sólo algunos de los personajes


ii. sólo algunos de los personajes

ANAMAR T: Es el primer personaje de la novela: porque es mujer y porque la primera letra de su nombre principia el alfabeto. Es una mujer encantadora. Cuando sonríe tiene el rostro perfecto que agrada, extasía, subyuga, sublima a cualquier hombre. En poco tiempo ha provocado paroxismo en algunos de los personajes. Los días azules son una continuación de su charla amena, su gesto rítmico y cierto mutismo inquietante. Es la primera mujer (durante el año de internado, se aclara para los mal pensados) que despierta interés en el Autor. Sin embargo, éste  pronto será suplantado por la enigmática Ireri.

BAZAE, ROMPECORAZONES EL: Es íntimo amigo del Autor y con él ha compartido secretos de amor y borracheras, partidos de fútbol y serenatas imaginarias. Son vecinos y amigos desde los primeros años de la carrera y ha sido la casualidad quien los ha vuelto a encontrar. Entre sus principales virtudes tiene el provocar taquicardia e inquietud en el sexo femenino, así como hacer reír a los hombres con sus cápsulas amorosas. Un día mientras se duchaba, el agua de las tuberías se llena de un azul incomprensible, inundando y desquiciando y alborotando todo el ámbito hospitalario. Así principian Los días azules, que para algunos personajes serán extásicos y para otros simplemente fatídicos.

COCÚS: Personaje ficticio con matices de realidad, por quien el Autor tiene cierto cariño y comprensión paternales. Es un personaje que surge de una novela frustrada gracias al extravío de la libreta de apuntes donde ensayaba sus primeros bosquejos, antes de su aparición en sociedad. Como consecuencia de esta pérdida irreparable, el Autor lleva a cuestas un gran sentimiento de culpa que no lo deja dormir. Para reparar su falta ¾y su estupidez¾ presta al huérfano inexistente su personalidad, sin que hasta ahora ninguno de los dos se haya quejado de robo, maltrato o mutilación.

DDA: Mujer mediterránea. Cuando nació tuvo la oportunidad de elegir entre proteger a los animales o simpatizar con sus congéneres humanos. Por incomprensibles azares del destino, y de la naturaleza  femenina ¾y a pesar del gran sufrimiento que su decisión le produjo¾, se decidió por la carrera de medicina. Sin embargo, en las recónditas profundidades de su corazón aún mantiene vivos sus instintos primitivos. En el ambiente hospitalario mantiene armoniosa relación con enfermeras auxiliares, generales, especialistas; personal de intendencia, dietología y administrativos, entre otros. Sin embargo, se enamoró perdidamente de Hau Linn, Manos grandes, al que no nunca pudo olvidar a pesar de las decenas de novios que la consolaron.

E: Lugar vacante. La letra E trae al Autor profundas y añejas reflexiones, por lo que prefirió no utilizarla con ninguno de sus personajes.

F: Lugar vacante. Primera letra de Fabián, padre del Autor, y quien falleciera en un terrible accidente de armas cuando el Autor era un chiquillo a punto de cumplir doce años. Este hecho despertó en el Autor un gusto desmedido por las armas de fuego, pero dada su agresiva personalidad, psiquiatras, psicólogos y nanas le han aconsejado no poseer ninguna.

GUAGUAGUÁ: Perro sintético producto de la tecnología mutante. Su característica principal es ser insensible gracias a una transposición de sus grandes cables cerebrales. Pero su olfato es sutil y su mirada aguda. Por este motivo ¾y por poseer un nítido olfato para detectar a los malos internos¾ ha sido condecorado (a) en múltiples ocasiones con el Símbolo de los más Altos Méritos Serviles y Rastreros. Es odiosamente señalado (a) por el noventa y nueve por ciento de sus compañeros, que a sus espaldas no dudan en mentarle la madre.

HAU LINN, Manos Grandes: Padrote inconfundible, Doctor Honoris Causa por la colonia Morelos (Tepito). Le gusta vestir bien e impecablemente, con colores llamativos y chillones; hacer brillar su diente de oro bajo la luz de los autos que al filo de la medianoche se detienen en la zona roja en busca de clientes. Pero lo que más le satisface es que sus mujeres se encuentren al día con su dinero, sin necesidad de golpes, marcas o presión policiaca. En una de sus muchas correrías por el Barrio Chino (donde tuvo sus orígenes) es herido en una riña de cabaret por los hombres del temible O Leono Lim.

IRERI: Nombre en lengua purépecha que significa algo así como “Señora de la casa” o “La reina”. Al Autor le parece uno de los nombres más hermosos que han surgido sobre la faz de la Tierra. Por tal motivo ¾así como Dios creó a Adán y después a Eva¾, toma el nombre prestado de la cultura del gran Tariácuri para designar a su personaje femenino principal. Ireri es el amor imposible del malogrado Cocús.

J: Décima letra del alfabeto.

Nota: a partir de aquí se abandona la secuencia alfabética, sin otra explicación ni justificación.

WALTERIO: Seudónimo, mote, sobrenombre, alias, del contrabandista oriental O Leono Lim(*); magnate del hampa, dueño de innumerables prostíbulos, cantinas, pulquerías, billares, salones de belleza, puestos de dulces, entre otros negocios menos lícitos. Su carácter es enérgico, conflictivo; le gusta mandar, imponerse y propone como un acto de humanidad que los anencefálicos sean abortados. Lleva una rivalidad acérrima con Hau Linn. En su juventud, su primera cita de amor con una joven virgen se vio frustrada por remordimientos de un remanente de conciencia. El libro de lo insólito y lo grotesco recogió este suceso entre sus páginas como un hecho increíble en Las vidas canallescas.

PEDROZOA: Bailarín profesional. La vida para él es una circunstancia, un hecho que transcurre a ritmo de tango, salsa, chachachá, mambo, disco, rock, balada... pero independientemente del ritmo que le toquen, sólo necesita variar la velocidad de los movimientos. Sin embargo, cuando manos extrañas se introducen en la estabilidad emocional de su auto sin respetar libros, portafolios, grabadoras o revistas insultas, la vida deja de ser bailable, trasformando a la risa más hipócrita en un gesto de funeral furioso.

TANAMAZTE: De entre todos los personajes se caracteriza por su musculatura, su brusquedad y su monumental cabeza. Fue pretendido como matón a sueldo por las bandas rivales, por su facilidad para romper vasos con los dientes o la mano, pero sobre todo estrellándolos contra su frente. Sin embargo, dada la amistad que profesaba a ambas cabezas de la delincuencia, sólo les aceptaba las mujeres que le enviaban como emisarias, argumentando siempre que sus principios le impedían tomar partido por alguno de los dos, pero que consideraba una descortesía rechazar una ofrenda de amistad. Su hecho más sobresaliente, según él, era haber sido modelo exclusivo para las famosas cabezas Olmecas.

SOLEMNE PRIMERO: Burócrata innato. Día con día su perímetro abdominal crece inmisericordemente desbordando el ajustado traje que un sastre se empeña en corregir en turnos de ocho horas. Su principal afición es repasar con mirada tediosa los ejemplares mensuales del Play Boy, Signore. Lui, Mr... entre otras revistas que por su baja reputación no pueden ser enunciadas. Su hábito por el onanismo lo ha llevado a alejarse de las mujeres, provocando entre sus conocidos comentarios suspicaces sobre sus hábitos sexuales. Su facilidad en el arte de la lengua lo ha llevado a escalar grandes montes de venus en organigramas gubernamentales.

YOLANDA FROW (*): Fatídica mujer que provocó severas fricciones entre Solemne Primero y el contrabandista O Leono Lim. Desdeñó la amena charla e inmensa barriga del primero, por la agresiva pose y el esbelto cuerpo del segundo. Tenía por costumbre amenizar las veladas con su grata voz y su pureza en el rasgueo de la guitarra. Fue pretendida por un sin número de hombres, pero siempre permaneció fiel al agrio carácter de su amante chino. Su relación sólo pudo ser destruida por su prematura muerte en un accidente automovilístico. 

P, HIJO DE: Personaje mutante que por su propia naturaleza puede ser uno o ser otro o, simplemente, como los camaleones, no ser nadie. Como todo lo mutante, el género sale sobrando, pudiendo usarse “a”, “o”, “él”, “ella”, “ello”. Como diversión o pasatiempo principal tiene una preferencia desmedida por coleccionar posters de El Ecoloco, pero sin llegar a desdeñar a El Pingüino, Munrat o Gárgamel. El Autor le guarda mucho rencor que piensa llevarse a la tumba, pues nunca habrá de perdonarle haber sido el primer médico interno castigado: ¡el mismo día de su cumpleaños!

           Q a Z: De momento están vacantes.


Enero 1988. Periódico de Internos.

*Walter Alejandro fallecerá tres años después en un accidente automovilístico en compañía de su esposa Yolanda, su hermano Jorge y su hija Yolanda. Para ellos mi amor y mi recuerdo.

miércoles, 15 de junio de 2011

El Internado: (I) Advertencia



para yolanda fromow valdés y walter jiménez leo lim,
con el más grato de los recuerdos.

i. advertencia

TODO LO QUE aquí aparece es producto de la imaginación. Porque alguien dijo una vez que "imaginar es vivir..." y sentir más fuerte el golpe ¾digo yo¾ cuando la imaginación se niega a dar curso a realidad. Así, los personajes de esta obra son ficticios, cuento, pretensión; son el producto de una mente loca que tuvo el sadismo de arrojarlos desnudos e indefensos sobre un papel impecablemente blanco, limpio, deslumbrante, dando de esta forma, origen a una vida. Aquello era un desierto y yo los vi vagar, andar por los corredores interminables, subir escaleras, esperar hasta el fin de la eternidad la llegada de un elevador descompuesto. Unos mustios; otros alegres. A otros, simplemente, valiéndoles madre el curso de la vida.
            Entes convergentes de la cotidianeidad.
            Unos son así, y por eso me caen bien.
            Otros son así (de otra forma), y por eso me caen mal.
            Sin embargo, en un mundo ¾por imaginario que este sea, por incrédulas que sean sus pretensiones¾, tienen que existir las divergencias, las convergencias y los puntos que no van ni vienen, pero que siempre están ahí: estáticos, generación tras generación, hasta perderse en el olvido burocrático de un mal memorizado recuerdo abandonado en un bote de basura.
            Esto es hablar superficialmente de los personajes que aquí existen: porque a final de cuentas ellos mismos son sus propios personajes; son ellos quienes manejan (?) el curso imaginario de esta historia. Sin embargo, creo conveniente dejar bien establecidos algunos detalles que a la larga pudieran ser punto de conflicto o controversia, o simplemente exaltar el ánimo popular hasta una rebelión, quizás sin trascendencia, pero no por ello menos molesta:

UNO: El Autor se toma la libertad de incluir en sus relatos a los personajes que él considere y/o crea conveniente:
a) Porque son sus cuates,
b) Porque en un momento difícil de su vida le invitaron una cerveza, una coca o un chicle de menta,
c) Porque lo llamaron por teléfono en las tardes de soledad, café y lluvia; y él consideró el hecho como un gesto de buenas intenciones,
d) Porque difícilmente los tolera y piensa descargar sobre ellos la más sutil, diplomática y destructiva de las agresiones,
e) Porque simplemente al Autor se le da la gana hacerlo, sin importar las opiniones ajenas.

DOS: Cada uno de los personajes será bautizado con el nombre, la intención, el estado de ánimo del día de su nacimiento, según lo establezca el calendario personal del Autor.

TRES: Los personajes estarán sujetos a cambio sin previo aviso:
a) Porque así lo indica el horóscopo del Autor o del personaje,
b) Porque el Autor considera que ese personaje no tiene el derecho de inmortalizarse a sus costillas, después de conocerlo mejor,
c) Porque hacen falta aquí y sobran allá,
d) Porque el Autor tiene todos los derechos reservados sobre su novela, sobre sus cuentos o sobre su autobiografía,
e) Porque el Autor es un personaje que tiene más imaginación y en el momento en que le plazca o considere conveniente está capacitado para substituir a un personaje o escena por otros,
f) Porque el Autor tiene su genio y fácilmente se contraría.

CUATRO: En base a lo anteriormente expuesto, el Autor puede cambiar cada una de las escenas sin previo aviso y un personaje que fue invitado a participar con un papel preestablecido, puede ser cambiado de guardia escénica, le parezca o no, bajo la sanción de ser suprimida su intervención. Porque “por necesarios que resulten los personajes, no son indispensables”.

CINCO: A pesar de la rigidez dictatorial que se establece previamente, el Autor también pretende ser humano y en ocasiones puede verse envuelto en relaciones y conflictos con sus personajes. ¡Así es la vida de un Autor! ¡Juega con tantos personajes a tantas cosas! que nunca falta el momento en que llegue a comprometerse con uno de ellos, sin que ética, sociedad o las normas internas de cada institución del Seguro Social lleguen a importarle una pura chingada. El Autor no es romántico, pero como Aquiles también es vulnerable: la Naturaleza lo tomó del pecho mientras lo paría, dejando en el sitio del pellizco una mancha roja muy parecida al corazón de los humano. Por lo anterior (y como una muestra de su buena disposición) cada personaje puede decidir por sí mismo el involucrarse o no... (sin hacerse merecedor a sanción alguna).

CINCO BIS: En base al artículo anterior, el Autor acepta en su novela, sus cuentos o su autobiografía a todas las parejas:
a) Simplemente platicando,
b) Caminando por los pasillos,
c) Tomando un café nocturno bajo la luz de los cigarros en la residencia,
d) Persiguiéndose por todo el ámbito de sus obras,
e) O mandándose recados al través de modernas celestinas.

Nota: Las citas extra libro no son incumbencia del Autor.

CINCO BIS-BIS: El Autor también acepta a enamorados desvalidos; a los que se encuentran en conflicto por decidirse entre una u otra persona; a los que están enamorados pero no se atreven a confesarlo; a los que fueron plantados en su primera cita de amor; a los que la terapia de escribir poemas y embriagarse para olvidar sus penas amorosas no surte el efecto esperado; en fin, el Autor acepta a todos los personajes que tengan problemas de amor y estén dispuestos a resolverlos.

Nota: Si algún personaje quiere aparecer en la novela, cuento o autobiografía, pero se cohibe, puede comunicarse con el Autor, contarle sus penas o las de un (a) amigo (a), etc., y tenga la seguridad de que su identidad será guardada éticamente. También se aceptan anónimos no insultantes o amenazantes.

SEIS: Si algún personaje de la vida real se siente agredido o aludido por uno o varios de los personajes de la vida ficticia:
a) Puede citar a duelo al (os) personaje (s) agresor (es),
b) Puede exigir explicaciones al (os) personaje(s) agresor (es),
c) Puede aguantar serenamente, después de haber contado hasta diez,
d) Puede acudir y quejarse con su mamá, su papá o su tío, si es policía,
e) Pero por favor no moleste al Autor, que está trabajando...

Enero 1988. Periódico de internos.

Imagen tomada de la red.

domingo, 12 de junio de 2011

Tormenta


La tarde se oscurece, la tormenta es inminente. Siento frías en el cuello las primeras gotas de lluvia; maldigo traer ropa tan ligera. Entonces apareciste y sonreí. Caminabas entre la multitud de autos varados. Un beso en la frente bastó para disipar mi enojo y tomados de la mano corrimos hasta el edificio. El camino hasta el cuarto piso quedó marcado por el agua que escurría de nuestras ropas. Una vez frente a la puerta de tu apartamento, mi cuerpo temblaba; no sabía si era debido a la ropa empapada adherida al cuerpo o a la incertidumbre de no saber qué pasaría una vez dentro.

Con gran sorpresa vi que el lugar estaba casi vacío: una lámpara y cobertores amontonados sobre la duela señalan el sitio que tal vez corresponda a la recámara. A través de los grandes ventanales, desnudos de cortinas y empañados, eran mudos testigos de la tormenta que poco a poco inundaba la avenida. A cada relámpago, el lugar se iluminaba, dejando entrever nuestras sombras dibujadas sobre el suelo.Una tras otra caían las prendas, humedeciendo el piso de madera antigua.

Imagen: Tomada de la red.

miércoles, 8 de junio de 2011

Una historia psiquiátrica (Epílogo)


Lo último que supimos de Alberto fue que abandonó los estudios y trabajaba como representante médico para un laboratorio. “Parece otro”, confesó Jesús.  Desconfiado como soy, me resistía a creer que nuestro antiguo camarada fuera alguien que no conocimos en dos años de convivencia estrecha. Volví a verlo entrar en mi departamento acompañado de dos mujeres, preguntar por una reunión que terminó dos horas antes ( y a la que nunca fue invitado), dar un trago a una botella de vodka, decir a una de sus acompañantes "ya sabes a qué viniste" y luego desaparecer en una habitación con la otra chica. El semblante de la mujer a mi lado denotaba un mar de confusiones. “Hola, soy Manuel, amigo de Alberto", me presenté. Le pude haber dicho que era el mismísimo Satanás y quizá se habría sentido más tranquila. “Me llamo Ivonne y soy novia de Alberto", respondió con voz temblorosa. Si no solté a reír fue porque el momento era bastante difícil para ella, pero no aguanté la curiosidad por saber qué estaba pasando. Después de algunas evasivas, Ivonne entró en confianza y me dijo que llevaba tres meses de noviazgo con Alberto; que esta tarde la llamó para que lo acompañara a una fiesta y que, ya en camino, bajó del coche y volvió con la otra muchacha. “No tengo idea de quién es ella, sólo que tiene pinta de puta”. Recordé nuestra aventura en El Closet. "Pero al rato que me lleve a mi casa lo corto", dijo decida y dio a su coca cola un sorbo largo. Media hora después salió Alberto y comenzó a regañarla por no haber hecho “lo que tú ya sabes. ¿Entonces para qué te traje? Nada más me haces quedar mal". Ivonne no contestó, volvió a retraerse y fue tras la pareja que para entonces ya abandonaba el departamento.
"No, un cabrón a sí no cambia nunca", pensé.

Imagen tomada de la red.

viernes, 3 de junio de 2011

Una historia psiquiátrica (X)


Con su habitual humor negro, Eric propuso que Alberto presentara la historia psicológica al grupo.
            ―Por mí no hay problema ―aceptó Alberto, creyendo quizás que se trataba del paciente de la cama 525―. Si quieren me la llevo para repasarla.
―Mejor me la llevo yo para darle otra revisada, no vaya ser que tenga errores y nos bajen la calificación ―intervine.
―Tú nada más la lees y nosotros respondemos las preguntas que hagan, Alberto ―terció Alejandro.
―Por mí está bien: que se la lleve Manuel ―dijo Jesús, encogiéndose de hombros.
Magda y Vero nos fulminaban con la vista: están locos, gritaban en silencio.
―Quizás debería leerla una de nosotras ―solicitó Verónica―. Han estado muy caballerosos y no nos han dejado hacer nada.
―No hay problema, yo la leo. Además, ya ven que le caigo bien a la maestra ―replicó Alberto. Quién quita y hasta saque diez.
De más está decir que Alberto ―quien ya estaba calificado por el asunto aquel del cigarro― no se presentó a la clase. Quizás siempre estuvo al tanto de lo que pasaba o, lo que era  más problable, alguien lo alertó  sobre lo que tramábamos. Debió ser Verónica quien presentara nuestro caso de mitomanía extrema. Lo decidimos así porque era un hecho que ninguno de nosotros aguantaría la risa. Como en efecto sucedió con los compañeros del grupo que, a pesar de que presentamos el nombre del paciente con sus iniciales, en segundos supieron quién era nuestro sujeto de estudio. A cada carcajada, la maestra X movía la cabeza de un lado para otro, como diciendo “Ay, Alberto, tú sí que no tienes remedio”.

Imagen tomada de la red.

jueves, 2 de junio de 2011

Una historia psiquiátrica (IX)


El viernes previo al fin de cursos,  Alberto se sacó una fiesta de la manga. Su casa estaba a unos minutos del Hospital General y era un sitio intermedio ―relativamente hablando― para todos. Para que las mujeres del grupo no pensaran que se trataba sólo de embriagarse, les dijo que en la reunión estarían presentes su mamá y su hermana. Y ellas no beben, agregó. Rodolfo Hau (mezcla de Michael Jackson y Tin Tan, pero en chino tepiteño) ofreció enseñarles los últimos pasos de moda. La tarde transcurría con la normalidad de una fiesta estudiantil: brindis con vodka y jugo de naranja o ron con coca; de botana, papas fritas, chicharrones y cacahuates enchilados y japoneses; trocitos de salchicha y queso. Tal y como lo había prometido, Hau se encargó de hacer bailar a cada una de nuestras compañeras; aun a las que contaban con dos pies izquierdos. Con gusto habría cambiado entonces mi promedio escolar por ser yo quien bailaba así con Magda. Pero al ser esto imposible, opté por ir a prepararme otro vodka tonic. En eso estaba cuando Alberto entró a la sala acompañado por varias amigas de su mamá, quienes no dudaron en elegir a su pareja y tomar posesión de la fiesta (oportunidad que aprovecharon nuestras compañeras ―y aquellos que tenían su pareja dentro del grupo― para marcharse). A eso de las diez de la noche alguien propuso que fuéramos a bailar a la disco de hotel Camino Real. Los amigos nos distribuimos en los autos de Eric y Alejandro; las señoras se fueron con Alberto y su mamá.
―Ya decía yo que una fiesta con Alberto no podía ser normal ―dijo Alejandro― ¿De dónde habrá sacado a esas momias?
―No tengo idea, pero lo mejor es que en el primer alto nos perdamos ―propuso Eric.
Aunque no compartía la misma opinión de mis amigos, mi preocupación era que al final tuviéramos que pagar la cuenta nosotros.
―¡Sí, están bien pinches viejas!

Imagen tomada de la red.

miércoles, 1 de junio de 2011

Una historia psiquiátrica (VIII)



―Lo de prenderle fuego al periódico, ya fue otra cosa. Creo que estaba medio molesto porque no me quiso comprar un juguete. No me acuerdo qué. Le dije que entonces quemaría la casa. Se me quedó viendo muy seria, luego me dijo: “Lo tendré que platicar con tu padre, Alberto”. No me quedó muy claro a qué se refería. Si le iba a contar lo incendiar su casa o, lo que es más seguro, que le disparaba diábolos a la gente. ¡Pinche bruja traidora! Si antes no la quería, después de amenazarme, menos. En la siguiente visita me llevé una caja de cerillos y cumplí mi palabra: le prendí fuego el periódico que tenía amontonado en un cuarto de las cosas viejas. Por un momento me quedé ahí contemplando como las llamas avanzaban devorando el papel, acercándose a las sillas viejas y cortinas. En un rato arderá todo, pensé, y tuve miedo; salí corriendo en busca de la sirvienta. Entre la abuela, la sirviente, unos vecinos y yo, logramos controlar el fuego. Tenía miedo que se fuera la gente, pues sabía que en cuanto nos quedáramos solos me iba a regañar. Pero no dijo nada, tomó el teléfono y llamó a mi mamá para que viniera por mí. No me quitaba el ojo de encima.               
 “Será mejor que no me vuelvas a traer a este muchacho a la casa ―dijo con voz grave y seca―. A menos que vengas tú con él, para que lo cuides”.
            La viejita sabía guardar un secreto: nunca contó a nadie lo sucedido.
Imagen tomada de la red.